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Mensajes > Official Service |
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Title |
Testimonio de Dr. Jaerock Lee(8) - Una vida desgraciada |
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Speaker |
Rev. Jaerock Lee |
Pasaje |
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Date |
2008-04-27 |
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Segunda Parte: Milagro
1. Afecto 2. Cuerpo enfermo y corazón herido 3. Vida desdichada 4. Mi hermana mayor 5. Nacer de nuevo
3. Una vida desgraciada
Como mencioné anteriormente, intenté suicidarme dos veces. Fracasé en ambas ocasiones y sobreviví en una situación muy difícil. Mi vida era despreciable y nunca se veía el fin.
Primer intento
Cuando era alumno del tercer grado de la escuela preparatoria, frecuentemente faltaba a la clase a causa de un golpe que recibí en las costillas jugando con un compañero. Como era terco y no quería ser una molestia para los otros, no quería decir a nadie sobre mi dolor. El dolor era muy fuerte. Como consecuencia, los resultados de mis exámenes no fueron buenos y no tomé el examen de entrada en la universidad. Pero toda mi intención era de entrar el año siguiente en la Universidad Nacional de Seúl. El período de preparación de entrada a la universidad fue el tiempo en que trabajé sin límite. Dormía cuatro horas al día. Tomaba píldoras para estar despierto y formulé un castigo si no me levantaba de la cama en tres segundos después de escuchar la alarma del reloj, decidía no tomar el desayuno de ese día. Por eso tenía que levantarme a tiempo para poder desayunar. Me levantaba en la madrugada e iba a la biblioteca pública todos los días puesto que tenía un deseo muy grande de estudiar para entrar en la universidad. Empecé a sentir el placer del estudio y comencé a disfrutar de hacerlo con la certeza de que podía entrar en la facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Seúl. Aunque no sabía las Sagradas Escrituras, Proverbios 16:9 «El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus pasos», algo raro me ocurrió. Un día estaba leyendo el periódico y mirando la foto del presidente, no podía recordar su nombre. “¿Cómo se llama nuestro presidente?” Me pregunté a mí mismo. No podía recordarlo. “Quizás después me acuerde. Quizás estaba estudiando con ahínco sobre algunos temas de la escuela”. Me sentí extraño. “¿Por qué no puedo recordar ciertos aspectos de matemáticas?” No podía. “¡Qué raro! ¿Cómo podía olvidar una ecuación tan fácil? Bueno, voy a probar algo de la Lengua Coreana”. Intenté recordar un famoso poema antiguo, sin embargo no podía recordarlo. Me sorprendí y tenía miedo. “¿Qué me está ocurriendo? ¿He perdido mi memoria? ¿Estaré aturdido temporalmente? ¿Cómo puede ocurrirme esto?” No pude dormir esa noche. Al día siguiente, me probé a mí mismo con varios temas. Todos los estudios que había hecho durante meses se borraron. No podía recordar ni una sola cosa. Sentí como si estuviera cayendo en un laberinto interminable. Entendí que no había más necesidad de existir. “Quiero morir. Nadie se burlará de mí. ¡Cuán embarazoso será el hecho de que no puedo entrar en la universidad después de un año de preparación!”. Tomé la resolución de que la muerte era la única solución para mí. Compré en varias farmacias pastillas para dormir. Cuando reuní veinte tabletas, quemé mi diario página por página pensando sobre mis veinte años vividos. Arreglé mis pertenencias y me preparé para el fin. Planeé el día y el método preciso de hacerlo. En aquel entonces, estaba alojándome en una casa junto a la de mi hermana mayor. Comía en su habitación con mi hermano mayor que tenía una tienda de tejido en el mercado. Hasta que él volvía a las once de la noche, yo estaba solo en el cuarto. Ahí era el lugar apropiado para cometer suicidio ya que el cuarto era como un lugar privado de estudio, nadie me molestaba. Limpié mi cuarto y dejé un testamento para mis padres, hermanos y hermanas. Todo estaba preparado. Como lo planeé, fui a la casa de mi hermana mayor y le dije: “Voy a ir a la casa de mi amigo para estudiar. Por favor. Por favor, no me esperes”. Mi hermana no sintió nada raro y dijo “si” y continuó su labor de la casa. Volví al cuarto y traje mis zapatos dentro del cuarto y cerré la puerta con llave (la cultura coreana no permite ingresar a la casa con el calzado puesto). Me tendí en la colchoneta sobre el suelo y tomé veinte somníferos, y enseguida llegué a estar inconsciente. Mi hermano mayor y mi cuñado me encontraron después que esa noche ellos decidieron regresar a casa temprano, no como otras noches en que ellos volvían a casa directamente sin detenerse a tomar una cerveza, lo cual era su rutina normal. Ellos llegaron a mi cuarto donde no solían venir para no molestar mi estudio y encontraron la puerta cerrada por dentro. Aunque ellos escucharon que esa noche yo había ido a la casa de mi amigo para estudiar, vinieron a mi cuarto para buscarme y se sintieron inquietos. Mi hermano mayor y mi cuñado rompieron la puerta y me encontraron tendido en el suelo. Y me llevaron al hospital de prisa. Como había tomado gran cantidad de somníferos y había pasado mucho tiempo antes de que sobreviviera. Me desperté después de varios días y fui capaz de tener una vida normal. Todo el mundo dijo que era un milagro. Como el intento de suicidio fracasó, me di cuenta de que la vida y la muerte eran providenciales y por consiguiente decidí tomar el examen de admisión a la universidad en la condición en que yo estaba. Insistí en examinarme en la Universidad Nacional de Seúl y fracasé. Volví a presentarme al examen, esta vez en la Universidad de Hang Yang en la facultad de ingeniería y fui admitido. Ese fue mi primer intento de suicidio.
El segundo intento fracasó igualmente
Mi segundo intento de suicidio fue después de haberme casado, mi esposa me abandonó y yo no tenía quien pudiera cuidarme en mi enfermedad. Estaba dispuesto a morir en cualquier momento, y por tal comencé a recolectar somníferos. Cuando mi última esperanza - mi esposa- me abandonó, me sentí tan desesperado que tomé los somníferos y me recosté a esperar que me llegara la muerte. Mi vida era realmente resistente, mi esposa, quien esa noche había ido a la casa de su familia, me dijo que no pudo dormir, presentía que algo malo sucedía en nuestra casa. Tomó un taxi para regresar y me encontró en la casa con ya casi sin vida. Mi intento de morir, fracaso de nuevo. “No podía matarme, aunque hiciera todo lo posible, no podía lograrlo. No tenía que intentarlo más, mi vida no me pertenece; soy como un pájaro que nunca muere”. Tras aquel incidente, volvió a mi un pequeño deseo de vivir. En la profundidad de mi corazón, la luz de la vida se encendió. A través de los intentos de suicidio, gané la esperanza de vivir. Nunca más intenté suicidarme.
Odio
Durante el tiempo en que me encontré enfermo, hubo mucha gente que me oprimió: mi madre, quien me dio a luz; mi esposa, quien conmigo formó un hogar y los miembros de mi familia, todos me exprimían. Esto incrementó mi deseo de vivir. “Madre, ¿por qué tengo que morir? Viviré y me jactaré de estar vivo”. “Bok-Lim -mi esposa-, te traeré gran cantidad de dinero, tanto como tú me amas, ya verás, te lo demostraré”. “Suegra, no me desprecie más, se arrepentirá de esto algún día, se lo aseguro”.
Quién cuidará de mis hijas si yo me muero...
Tenía una razón más para vivir, mis hijas, quienes fueron maltratadas por el sólo hecho de encontrarme enfermo. Yo era la causa del problema de mis hijas. Puesto que me encontraba enfermo, en vez de darles amor, siempre estaba de mal genio con ellas. Si muriera, ¿quién podría remediar esto? ¿quién podría darles amor? Tenía que vivir, para poder cumplir con mi deber de padre. Si estando vivo, ellas se encontraban abandonadas y maltratadas por no poder estar con ellas a causa de mi enfermedad, si hubiese muerto, serían tratadas aún peor por ser huérfanas de padre. Además, nuestra segunda hija no vivía con nosotros porque su propia madre no la amaba. Por eso tenía que vivir, para darle más amor. Tenía además, que vivir por mi mismo. Mi vida no podía ser reemplazada por otra. Tenía que vivir para cumplir, no sólo con mi deber de esposo, sino también de padre. Decidí tener una familia tranquila, y para eso, tenía que estar vivo para cumplir con mi deber. Poseía la convicción de que todo llegaría a bien, si esperaba; comencé a tener una fuerte voluntad de vivir sin pensar en el umbral de la muerte. Por fin, luego de siete años de enfermedad, apareció en mi un rayo de esperanza.
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