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Mensajes > Official Service |
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Title |
Testimonio de Dr. Jaerock Lee(9) - Mi hermana mayor |
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Speaker |
Rev. Jaerock Lee |
Pasaje |
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Date |
2008-04-28 |
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Segunda Parte: Milagro
1. Afecto 2. Cuerpo enfermo y corazón herido 3. Vida desdichada 4. Mi hermana mayor 5. Nacer de nuevo
4. Mi hermana mayor
Ha llegado la primavera, estación en que las ranas se levantan de su invernación. En año 1974 me encontraba en el séptimo año de mi valle de la muerte, sentí el impulso de salir, a cualquier parte, pero salir. Las visitas de mi familia ya no eran tan frecuentes, pero un día, mi segunda hermana mayor me visitó. Me alegré mucho de verla, pues en ese momento, era cuando echaba de menos la compañía y el cariño.
Visita de mi hermana mayor
Mi hermana vivía en el campo, trabajando en el cultivo, sus hijos se mudaron a Seúl a causa de sus estudios y ella tenía que venir ocasionalmente a visitarlos. Me sorprendí al verla, ya que era un período en que el trabajo del cultivo era demasiado. “Oh hermana, ¿Cómo es posibles que visites en esta época del año?”. “Tengo que hacer algo en Seúl”. Mi hermana se parecía a una niña. Pasamos algún tiempo hablando de como estábamos\; me gustó su modo de dirigirse a mi. Al cabo de un rato ella me miró al rostro para ver como me sentía y me dijo: “Voy a pedirte un favor”. Sentí curiosidad por oír lo que ella quería decirme, pues ella sabía, que yo no era capaz de hacerle ningún favor a nadie “Estaba esperando ir contigo a un lugar llamado Altar Hyun-Sin-Ae en la Puesta del Oeste. Conseguí el permiso de mi esposo para ir mientras me encuentro en Seúl. Por favor, ¿me podría acompañarme?”. Ella estaba tan emocionada de poder asistir a esa ceremonia, que me era difícil rechazarla, sin embargo me era imposible. «Tú sabes que no puedo. Pídeles a tus hijos Hyun-Kwon o Hyun-Soo”. Aunque ella tenía dos hijos, no podían llevarla, por lo tanto volvió a pedirme que la llevara. “No sé como ir allí. Mis hijos tienen que ir a la escuela, por favor, llévame”. Puesto que quería salir y no podía rechazar más, le dije que sí. “Gracias hermano, gracias. Vendré mañana temprano, espero que estés preparado. Ahora tengo que irme a preparar la comida de mis hijos”. Al mirarla partir, ella parecía como si estuviera bailando de alegría. Me sentí feliz por ser útil para alguien. Yo era el último de la familia, tenía dos hermanos mayores y tres hermanas mayores, y la segunda hermana era mi preferida. Ella había sido generosa y cariñosa desde que era muy joven\; además era muy hacendosa y honesta. Era admirada por mucha gente. Físicamente tenía una apariencia pobre. Siendo una joven, perdió un ojo a casa de una fiebre y también era muy baja. Ella recibía muchas burlas por su apariencia pobre. Cuando era adolescente casi renunció a casarse a causa de su ojo deformado y pobre de apariencia. Sin embargo, todavía había muchos vecinos que querían tenerla como nuera, puesto que era muy trabajadora. Por fin se casó con un hombre del pueblo vecino y vivió allí. Después de casada, trabajo con ahínco y llevó bien su hogar. Cumplió doce ofrendas ancestrales por año y crió a tres hijos y dos hijas con gran abnegación.
Mi hermana mayor que creía en Jesús
Un día, un anciano de la iglesia del pueblo, vino a predicar el evangelio de Jesús. Al escucharlo, mi hermana sintió alegría y quería ir rápidamente a la iglesia. Ella no podía ir a la iglesia porque estaba ocupada en la granja, sin embargo podía escuchar el evangelio predicado por una mujer sorda, hija de una diaconisa mayor de la iglesia del pueblo. La mujer sorda era muy entusiasta en proclamar el evangelio. Ella venía todos los días a predicar sobre Dios. Mi hermana mostró gran interés. Ella esperó hasta el domingo siguiente y ese día fue a la iglesia por primera vez en su vida. Ella fue tan feliz ahí, que todavía recuerda la fecha en que acudió por primera vez. A partir de ese domingo ella no faltó nunca a la iglesia. Siempre que escuchaba la campana de la iglesia, terminaba lo que estaba haciendo y acudía a la iglesia. Nunca cesó de cantar los cantos e hizo todo lo posible para escuchar la Palabra de Dios. Cuando iba a trabajar, llevaba una radio en su cesta y escuchaba el programa cristiano. Y aunque siempre estaba ocupada por el trabajo de la granja, se esforzaba por escuchar la Palabra de Dios. Ella sentía alegría orando, predicando el evangelio y rindiendo culto a Dios. Aun en la temporada de la siembra del arroz, cumplía los domingos sagradamente y oraba por la noche\; podía trabajar desde muy temprano y al otro día se levantaba con el rostro sonriente. “Nunca hemos visto que estés enferma, ¿eso es a causa de que crees en Jesús?” Cada vez que sus amigas le preguntaban, ella aprovechaba para predicarles el evangelio. Nunca fue regañada por su esposo o sus hijos por ir a la iglesia, ya que cumplía con todo, por más que tuviera que trabajar toda la noche para poder al día siguiente, ir a la iglesia. Mi madre y mis hermanos solían criticarla a causa de su creencia en Jesús, a ellos no les gustaba que mi hermana asistiera a la iglesia y respetase a su pastor. Mi hermana se levantaba los domingos muy temprano para terminar pronto sus tareas del hogar y luego iba a la iglesia para limpiar el púlpito. Cuando cosechaba los primeros frutos, los llevaba como primicia a la casa del pastor, pero sin que nadie lo notara. Mi madre solía regañarla. “Ahora vas a la iglesia -solía decirle- a entregar el arroz y el dinero, esta es la razón por la cual sigues pobre. Deja de ir a esa iglesia. ¡No seas tonta!” Mi hermana jamás se enojaba, aunque mi madre la retara tanto como lo hacía, y solía decirle a mi madre: “Madre, crea en Jesús y vivirá muy alegre en Él”. Mi hermana consideró la fe más preciosa que la riqueza y que el honor mundano. Oró por sus esposo y por sus hijos que no creían en Jesús, y llorando daba gracias al Señor por todas las adversidades y dificultades.
Ofreciendo un anillo de oro a Dios
Ella participó de varios cultos solemnes del triduo para encontrar a Dios, dio su anillo de oro como ofrenda. “Oh Dios, permíteme tener una fe valiosa como este anillo de oro, que le era de gran valor”. Ella no pedía abundancia material, sino una fe que durara para siempre. Mientras miraba a mi hermana marcharse con alegría, podía revivir las memorias de su pasado, muchas veces me pidió que creyera en Jesús. Cuando me casé, me dijo: “Tú ya eres un hombre casado, cree en Jesús como una nueva persona”. Yo no hacía caso de lo que me decía, cuando estaba enfermo, me dijo que creyera en Jesús. “¿Cómo podré recobrar la salud? ¿Crees tú que Jesús puede curar mi enfermedad? No. Ni la medicina moderna ha podido curarme. ¿Dónde está Dios? ¿Tú lo haz visto? ¡Tú eres tan ignorante que todo el mundo te engaña. No me digas nada más de Jesús!” A pesar de mis críticas, cada vez que venía a Seúl intentaba persuadirme. Ella fue la que me dio fuerzas durante mi enfermedad, por varios años. “Tú crees que no hay solución para tu enfermedad, pero sí la hay\; cree en Jesús, ese es el único camino”. Aunque no creí en Jesús inmediatamente, pensé que podría vivir si creía en él. Al final, me decidí por llevarla a ese lugar, aunque no me encontraba en condiciones apropiadas para hacerlo.
La sabiduría que Dios dio a mi hermana mayor
El hecho de que mi hermana me pidiera llevarla a ese lugar, se debió a la sabiduría que Dios le había dado para guiarme en la vida. El Dios vivo que hace a un tonto sabio y a un pobre rico, le dio la sabiduría a mi hermana. Dios había abierto un camino para mi que había me resistido a buscarlo\; para mí que había sido tan estúpido que pensaba encontrar mi propio camino. ""¡Señor!, espero que permitas a mi pobre hermano encontrarle. Por favor, quiero que le cures para que tú recibas la gloria. Espero que salves a nuestra familia a través de él"". Dios me guió para contestar a la oración de mi hermana. ¿Cómo yo, que era tan ciego, podría entender su extraordinaria sabiduría? Mi segunda hermana mayor, Jung-Soon Lee, ahora es una de las personas importantes de nuestra iglesia. Está rindiendo culto devoto a Dios por medio de la oración a Dios y buscando su reino y su voluntad. Ella guía a muchas personas hacia Dios para no perder su puesto en la evangelización de una fe duradera como el oro puro. Todos los miembros de su familia han llegado a ser piadosos cristianos. Sus hijos se han convertido en siervos de Dios, trabajan como líderes de los equipos misioneros. La vida de mi hermana mayor consiste en orar, conducir a la gente hacia el Señor y dar gracias a Dios, quien constantemente le bendice de muchas maneras y ella ha podido llevar una vida virtuosa por encima de las pruebas y dificultades gracias a su fe y esperanza. |
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