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Title |
Nueve Frutos del Espíritu Santo(5) - Nueve Frutos del Espíritu Santo (5) |
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Speaker |
Rev. Jaerock Lee |
Pasaje |
Gálatas 5:22-23 |
Date |
2009-11-08 |
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[Pasaje bíblico]
[Gálatas 5:22-23] "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley".
Hoy voy a hablarles acerca del quinto de los nueve frutos del Espíritu Santo, la benignidad. La benignidad es la cualidad o estado de ser benigno. Pero el significado espiritual de la benignidad es algo cercano a la misericordia. Y el significado espiritual de la misericordia es: "entender en la verdad incluso a aquellos que no son entendidos por los hombres en lo absoluto". También es el tipo de corazón que está dispuesto a perdonar en la verdad a aquellos que no son perdonados por los hombres. Dios muestra compasión hacia la humanidad con un corazón misericordioso. Salmos 130:3 dice: "JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse?" Como está escrito, si Dios no tuviera misericordia y nos juzgara de acuerdo a Su justicia, nadie podría estar delante de Dios. Pero Dios perdona y acepta incluso a aquellos que no son perdonados o aceptados, cuando la justicia es aplicada estrictamente. Para hacer esto, Dios dio la vida de Su unigénito Hijo. Dios anhela que aquellos que se han convertido en Sus hijos por creer en el Señor, cultiven este corazón de misericordia. A menudo las personas dicen que no pueden entender a ciertas personas aunque hayan intentado entenderlos, o que no pueden perdonar a ciertas personas aunque hayan intentado hacerlo. Pero si hemos producido el fruto de la misericordia en nuestros corazones, no habrá nada que no podamos entender y no habrá nadie a quien no podamos perdonar. Podremos entender cualquier tipo de persona con bondad, y aceptar cualquier tipo de persona con amor. No diremos que nos agrada cierta persona por esto y que nos desagrada aquella otra persona por aquello. No tendremos desagrado ni odio por nadie. No tendremos malos sentimientos o rencor en contra de nadie, y no hace falta mencionar ningún enemigo. Así como una madre cuida de su recién nacido, aceptaríamos y abrazaríamos a todas las personas. Incluso cuando las personas hayan cometido grandes faltas o pecados graves, primeramente tendríamos misericordia en vez de juzgarlos o condenarlos. Odiaríamos el pecado, más no al pecador; entenderíamos a esa persona e intentaríamos dejarla vivir. Por ejemplo, si un hijo amado ha cometido un asesinato y se esconde en la casa de su madre, ¿cómo se sentiría esa madre? Ella lo puede regañar por haber cometido tal crimen, pues ella sabe que el asesinato es un pecado serio. Pero ella no tendría el corazón para abandonarlo o apedrearlo. Ella no lo consideraría como un asesino malvado. Esta madre tendría piedad e intentaría pensar acerca de las maneras para que él reciba perdón. Incluso ella estaría dispuesta a recibir el castigo en lugar de su hijo, y a abrir un camino para que él viva. Si nosotros tenemos misericordia espiritual, entenderemos, perdonaremos, y abrazaremos a otros con este tipo de corazón. Imagínese que hay un niño que tiene un cuerpo muy débil y que constantemente se está enfermando. ¿Cómo se sentiría hacia su hijo la madre de este niño? Se preguntaría por qué el niño nació así y tiene tantas dificultades. La madre no odiaría a su hijo por eso. Al contrario, ella tendría más amor y compasión hacia su hijo que hacia otros niños que son saludables. Aquellos que tienen completamente los frutos del Espíritu Santo se sentirán como esta madre hacia los demás, no sólo con ciertas personas. Ahora, profundicémonos en las características de la misericordia más detalladamente. Primero, una persona misericordiosa no tiene prejuicios. La misma nunca juzga o condena a nadie solo por ver las apariencias. Santiago 2:1-4 nos dice: "Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? La gente del mundo constantemente juzga a las personas por su apariencia. Sus actitudes hacia las personas cambian dependiendo de si ellos los ven o no como personas ricas o famosas. Los hijos de Dios no deben juzgar a las personas por su apariencia o cambiar la actitud de sus corazones sólo por las apariencias. Debemos considerar como superiores a nosotros incluso a los más pequeños, y servirlos con el corazón del Señor. Incluso si usted piensa que no juzga a los demás de acuerdo a su riqueza, fama, o apariencia; por favor examine su corazón una vez más. ¿Acaso tiene usted algún favoritismo o prejuicio, incluso espiritualmente? Por ejemplo, quizás ustedes se sientan que no pueden realmente mantener una conversación con ciertas personas ya que no poseen suficiente entendimiento espiritual. Algunas personas tienen deficiencias en lo físico, por lo que quizás hablen o hagan algo que está fuera de contexto en ciertas situaciones. Cuando ustedes ven a esas personas, o experimentan esa situación, ¿se han sentido algo frustrados por eso? ¿No los han menospreciado o han querido evitarlos hasta cierto punto? ¿Acaso ha hecho pasar vergüenza a otras personas con sus palabras agresivas o sus malas actitudes? También, algunas personas hablan o condenan a otras como si estuvieran en la silla del juez, cuando esa persona está atravesando algunas pruebas de fe. Cuando le trajeron a Jesús la mujer que había cometido el pecado de adulterio, Él les dijo: "El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella". Cuando ustedes ven a una persona que recibe castigo ante Dios, si tienen un corazón misericordioso, entonces deben tener compasión por aquel y esperar que lo supere todo con bien. Segundo, si somos misericordiosos, tendríamos compasión con aquellos que están en dificultades y disfrutaríamos el poder ayudarles. No sentiríamos sólo pena por ellos en nuestro corazón y diríamos: "¡Ármese de valor y sea fuerte!", solamente con nuestros labios. Si nuestro corazón es verdadero, haríamos algo para darles a los demás una ayuda sustancial. 1 Juan 3:17-18 nos dice: "Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad". También en Santiago 2:15-17 se nos dice lo siguiente: "Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma". Usted no pensaría que es una lástima que otra persona padezca de hambre, pero realmente no puede hacer nada porque sólo tiene lo necesario para usted mismo. Si en realidad siente compasión con un corazón verdadero, usted le puede dar o compartir su porción. No solo esto es concerniente a cosas materiales. Cuando usted ve a alguien que está sufriendo por cualquier tipo de problema, usted debería anhelar ser de alguna ayuda y compartir el dolor con esa persona. Eso es misericordia. Especialmente, usted no puede dejar a aquellas personas que no creen en el Señor y están cayendo al infierno. Usted debe esforzarse y hacer lo mejor para guiarlos por el camino de la salvación. Hermanos y hermanas, desde la apertura de esta iglesia, se han dado grandes obras del poder de Dios. Pero sigo clamando por mayor poder y dedico toda mi vida a manifestar ese poder. ¿Sabe por qué razón? Es porque yo mismo he sufrido pobreza, y he experimentado en su totalidad el dolor de perder la esperanza por causa de la enfermedad. Cuando yo veo a las personas sufrir por los mismos problemas, siento su dolor como si fuera mío, y deseo ayudarles de la mejor manera posible. Mi anhelo es poder solucionar sus problemas, y rescatarlos del castigo del Infierno y guiarlos al Cielo. ¿Pero cómo puedo ayudar a tanta gente yo sólo? La respuesta que yo recibí para esto es por medio del poder de Dios. Aunque yo no pueda solucionar todos los problemas de pobreza, enfermedades, y tantas otras cosas más de todas las personas, puedo ayudarles a tener un encuentro con Dios y que experimenten de Él. Es por eso que intento manifestar mayor poder de Dios, para que más personas puedan conocer y experimentar a Dios. Por supuesto, mostrar el poder no es la terminación del proceso de salvación. Si bien vienen para tener fe al ver el poder, tenemos que cuidar de ellos físicamente y espiritualmente hasta que estén parados firmemente en la fe. Por esto es que me esmeré en proveerles ayuda a los necesitados aún cuando nuestra iglesia misma tuvo dificultades financieras a fin de que puedan marchar hacia Cielo con más fuerza. Proverbios 19:17 dice: "A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar". Si usted se preocupa de las almas con el corazón del Señor, Dios le recompensará con Sus bendiciones. Les animo a ver a su alrededor con misericordia y que se preocupen por los demás que están sufriendo de dolores físicos y espirituales. Tercero, si tenemos misericordia, no apuntaremos o señalaremos fácilmente al resto de personas. Por supuesto, si amamos a alguien, en determinado momento les aconsejaremos o les reprenderemos. Si los padres no disciplinan duramente a sus hijos en lo absoluto, sino que los perdonan todo el tiempo sólo porque los aman, estos serán consentidos. Pero si tenemos misericordia, no podremos disciplinar, reprender, o señalar defectos fácilmente. Cuando sólo le damos un consejo, lo haremos con una mente piadosa y cuidando del corazón de esa persona. Proverbios 12:18 dice: "Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina". En particular los pastores y líderes deben tener estas palabras presentes. Quizás usted diga fácilmente: "Usted tiene un corazón deshonesto, y eso no le agrada a Dios". "Usted tiene este y este defecto, y usted no es amado por los demás por estas cosas". Aunque lo que usted diga sea verdad, si usted señala defectos dentro de su arrogancia o sus marcos de pensamiento sin amor, estos no darán vida. Los demás no cambiarán como resultado de su consejo, sino que sus sentimientos serán heridos, se desanimarán, y perderán fuerzas. Algunas veces, ciertos miembros de la iglesia me han pedido que les señale sus defectos para que puedan darse cuenta de ellos y cambiar sus vidas. Pero no puedo hacer eso fácilmente. En ese instante, pueden aceptarlo con agradecimiento, pero si pierden la llenura del Espíritu, nadie sabe que sucederá en sus corazones. En ciertas ocasiones, tengo que señalar algo para cumplir con el Reino de Dios o para permitir que ustedes reciban la solución a su problema. Incluso en esos momentos, yo tengo un corazón muy fervoroso. Observo el estado de ánimo en sus rostros con una mente piadosa, esperando que no sean ofendidos o desalentados. Por supuesto, Jesús reprendió a los fariseos y a los escribas con palabras fuertes, aunque no estuvieron dispuestos a aceptar Su consejo. Jesús le dio la oportunidad a cada uno de ellos, para que al menos uno quizás lo escuche y se arrepienta. También, ya que eran los maestros de la gente, Jesús quiso que las personas tengan entendimiento y que no sean engañadas por su hipocresía. Sin embargo no habrá ninguna ocasión para que yo haga esto aquí con ustedes. Cuando usted interactúa con un pequeño, no debe revelar su falta de manera que lo ofenda o cause que él tropiece. Cuando usted tenga que dar un consejo porque es absolutamente necesario, por favor hágalo con amor, pensando desde el punto de vista de la otra persona y con interés por esa alma. Cuarto, si tenemos misericordia, seremos generosos con los demás. La mayoría de las personas pueden dar generosamente lo que tienen, hasta cierto punto, a aquellos que aman. Aun aquellos que son mezquinos pueden dar u otorgar préstamos o dar presentes a otros, si saben que pueden recibir de regreso algo a cambio. En Lucas 6:32 dice: "Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman". Podemos producir el fruto de la misericordia cuando damos de nosotros mismos, sin esperar nada a cambio. Jesús dio amor ilimitado incluso a una persona como Judas Iscariote. Jesús sabía desde un principio que Judas lo traicionaría, pero Él lo trató de la misma manera que trató al resto de los discípulos. Y le dio muchas oportunidades una y otra vez para que él pueda arrepentirse. Incluso cuando Jesús fue crucificado, Él oro por aquellos que lo habían crucificado. Lucas 23:34 dice: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Esta es la misericordia con la cual nosotros podemos perdonar, incluso a aquellos que no pueden ser perdonados en lo absoluto. En los tiempos de la Iglesia Primitiva, Esteban también tuvo este fruto de la misericordia. Mientras él era apedreado hasta la muerte por personas malvadas, él oraba por ellas. Hechos 7:60 dice: "Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió". Oró con un corazón verdadero no sólo por aquellos que habían aceptado el evangelio, sino por aquellas personas malvadas que se habían opuesto al evangelio y lo estaban apedreando. Debido a que él tuvo este tipo de corazón, logró desempeñar el poder de Dios siendo simplemente un diácono. Ustedes han escuchado este tipo de mensaje tantas veces. Entonces, ¿cuán bien ha cultivado usted este tipo de corazón? ¿Hay todavía alguien que no es de su agrado o alguien con quien usted no está bien? Usted no debería permanecer más en este estado. Usted debería estar dispuesto a aceptar y abrazar a otros, aunque su carácter y opiniones no estén de acuerdo con las suyas. Tendría que pensar desde el punto de vista de la otra persona. Entonces podrá cambiar sus sentimientos. Si usted sólo piensa: "¿Por qué aquel hace lo que hace? No puedo entenderlo", entonces, usted sólo tendrá rencor y tendrá sentimientos incómodos cuándo vea a esa persona. Pero si usted piensa: "Bien, en su posición es justo que actúe de tal manera", entonces usted puede cambiar sus sentimientos contrarios. Ahora, usted más bien tendrá piedad de esa persona que no puede evitar sus acciones, y podrá orar por ella. Mientras usted cambia sus pensamientos y sus sentimientos de esta manera, usted tiene que despojarse del odio y de otros malos sentimientos uno por uno. Si mantiene el sentimiento de querer insistir en su obstinación, no podrá aceptar a los demás. Ni podrá expulsar el odio o el rencor de su ser. Le animo a despojarse de su arrogancia y cambiar sus pensamientos y sus sentimientos a fin de que usted pueda aceptar y pueda servir a cualquier clase de persona. Quinto, si tenemos misericordia, podemos atribuirle el honor a los demás. Cuando algo se hace bien, le damos el honor a los demás, y cuando algo sale mal, podemos aceptar la culpa. Cuando la otra persona recibe todo el reconocimiento y es más alabada a pesar de que usted trabajó hombro a hombro con ella, aún así puede regocijarse con esa persona como si fuera su propia felicidad. No tendrá ninguna incomodidad pensando que usted hizo más trabajo y que esa persona es alabada aunque tiene muchos defectos. Usted simplemente estará agradecido pensando que esa persona podrá tener más confianza en sí mismo y trabajar más arduamente luego de haber recibido alabanzas de los demás. Podrá llegar a entender este tipo de corazón fácilmente si piensa acerca del corazón de una madre. Si la madre realiza algo con su hijo, y sólo el hijo recibe la recompensa, ¿Qué sentirá la madre? No existe ninguna madre que se quejaría diciendo que ella ayudó a su hijo a hacer el trabajo correctamente y que no ha recibido ninguna recompensa. También, es bueno para una madre escuchar de parte de los demás que ella es hermosa, pero ella se sentiría aún más feliz si las personas dicen lo mismo de su hija. Si tenemos el fruto de la misericordia, podremos poner a cualquier otra persona como la cabeza y atribuirle el mérito, no solamente a nuestros propios hijos. Y nos alegraríamos junto a la otra persona como si nosotros fuéramos los que recibimos los halagos.
[Conclusión]
Amados hermanos y hermanas en Cristo, La misericordia es la característica de Dios el Padre quien está lleno de compasión y amor. No sólo la misericordia, sino cada fruto del Espíritu Santo representan también parte del corazón del Dios perfecto. Amor, gozo, paz, paciencia, y todos los demás frutos son diferentes aspectos del corazón de Dios. Por lo tanto, producir los frutos del Espíritu Santo, significa que debemos de tener el corazón de Dios en nosotros y ser perfectos como Dios es perfecto. Mientras más maduren los frutos en su ser, Dios no podrá contener Su amor por usted ya que es tan precioso para Él. Él se regocijará en ustedes diciendo: "Ustedes son hijos e hijas que se asemejan mucho a Mí". Si ustedes se convierten en hijos de Dios que le agradan a Él, ¿Qué podría constituir un problema en sus vidas? Pueden recibir lo que pidan en oración, e incluso los asuntos que usted abriga en su corazón, Dios los conoce y responde. Espero que todos ustedes puedan producir los frutos del Espíritu Santo en su totalidad, y que puedan agradar a Dios en todas las cosas. Y al hacer esto, ruego en el nombre del Señor que ustedes puedan rebosar con bendiciones y gozar del gran honor en el Reino de los cielos como hijos que se asemejan exactamente a Dios. |
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