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Mensajes > Domingo por la mañana |
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Title |
Cielo(47) - Nueva Jerusalén (5) |
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Speaker |
Rev. Jaerock Lee |
Pasaje |
Apocalipsis 21: 19-20 |
Date |
2008-05-25 |
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: Cielo (47) – Nueva Jerusalén : “y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista”.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Esta es la 47ª sesión de la serie de sermones sobre el “Cielo”. Continuando con la sesión anterior, les hablaré sobre el significado espiritual contenido en los doce cimientos de la Nueva Jerusalén. ¿Cómo se sentirían si ustedes pudieran obtener dos piedras preciosas cada vez que vienen a la iglesia? Estarían tan felices y agradecidos y esperarían con impaciencia la llegada del siguiente Domingo. Sin embargo, les estoy explicando las formas para obtener las piedras preciosas del cielo, la cuales son mucho más valiosas que las de esta tierra.
En la última sesión, llegamos hasta el cuarto cimiento, la esmeralda. En esta sesión, les hablaré sobre el quinto y el sexto cimiento, el ónice y la cornalina respectivamente. Si cultivamos el corazón espiritual representado por cada una de las joyas dentro de nuestros corazones, entonces, también ganaremos esa joya en el reino de los cielos.
Yo oro en el nombre del Señor para que ustedes obtengan todas estas doce joyas y entren a la Nueva Jerusalén.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, el quinto cimiento del muro de la Nueva Jerusalén es el ónice. Éste es un ónice con tonalidades de color rojizo. El corazón espiritual que representa el ónice es el carácter de la ‘fidelidad trabajadora’.
Si nosotros solamente hacemos lo que nos corresponde, no podemos decir que somos fieles. Podemos decir que somos fieles cuando hacemos más de lo que nos corresponde hacer. Hacer más de lo que se nos ha señalado como nuestro deber, no podemos ser perezosos. Tenemos que ser diligentes y trabajadores en todas las cosas cuando realizamos nuestro deber y luego tenemos que hacer más de eso.
Por ejemplo, suponga que usted es un empleado. Entonces, si simplemente cumple bien con su deber, ¿Podemos decir que es fiel? Solamente hizo lo que estaba supuesto a hacer, por lo tanto no podemos decir que es diligente y fiel.
Ustedes deben cumplir no solamente con el trabajo encomendado, sino también deben tratar de hacer cosas, que no les fueron asignadas originalmente, y hacerlas con todo su corazón y con toda su mente. Solamente entonces se podrá decir que son fieles.
Es lo mismo en el hogar. Si el padre de familia está trabajando diligentemente solamente para ganar el sustento de la familia, ¿Podemos decir que él es fiel a la familia? Esto es lo que le corresponde hacer como cabeza de familia. Es la misma situación la de una mamá, la de una esposa y la de los hijos. Si solamente cumplen con su deber de madre, esposa o hijo, no hay forma que podamos decir que están siendo fieles. La clase de fidelidad diligente reconocida por Dios es aquella donde se cumple con el deber con todo el corazón, mente, alma y vida.
Y esta clase de fidelidad tiene que estar actualizada en todas las áreas: iglesia, lugar de trabajo y en la familia. Es entonces cuando podemos decir que se es fiel en toda la casa de Dios. Para tener esta clase de fidelidad espiritual, debemos tener primero un corazón justo.
Debemos desear que el reino de Dios sea engrandecido, que la iglesia tenga crecimiento y avivamiento, que el lugar de trabajo sea prosperado y por nuestras familias para que sean felices. Si nosotros no buscamos solamente nuestro propio beneficio, sino el deseo de los demás y que la comunidad sea próspera, esto es tener un corazón justo. Para ser fiel, a la vez que se tiene este corazón justo, debemos tener un corazón de sacrificio. Si solamente pensamos, “Lo más importante es mi prosperidad, y no el hecho que la iglesia esté o no creciendo”, posiblemente no nos sacrificaríamos por la iglesia. No podemos encontrar fidelidad en esta clase de personas. Además, Dios no puede decir que esta clase de corazón sea un corazón que es justo.
Sin embargo, si pensamos, “No debo guardarme estas Buenas Noticias solo para mí. Tengo que entregarlas a muchos otros. Debo procurar el avivamiento y el crecimiento de la iglesia”, entonces podemos decir que éste es un corazón justo.
En adición a esta justicia, si también tenemos un corazón de sacrificio, trabajaremos fielmente por la salvación de almas y por la iglesia. Aún si no tenemos un deber especial, predicaremos diligentemente el evangelio. Aunque nadie nos pida que lo hagamos, cuidaremos de otras almas. Llegaremos al punto de sacrificar nuestro tiempo de libre para cuidar de las almas. También usaremos nuestro propio dinero para el beneficio de las otras almas y les entregaremos nuestro amor y fidelidad.
De esta manera, cuando hacemos más de lo que verdaderamente debemos hacer como un miembro de la iglesia, y lo hacemos con todo nuestro corazón y con toda nuestra mente, esto es fidelidad. Nosotros podemos llegar a tener esta clase de fidelidad cuando el sacrificio es añadido a un corazón justo. Y para que esta fidelidad se convierta en fidelidad en toda la casa de Dios, debemos también tener bondad en el corazón. Aquellos que son buenos de corazón no se inclinarán a un lado ni a otro. Y si en cierto punto, nos hemos olvidado de esto, no estaremos tranquilos ante tal situación, si tenemos bondad en nuestro corazón.
Por ejemplo, imagínese que tiene tres o cuatro posiciones diferentes en la iglesia. Entonces, cada deber tendrá diferente prioridad. Sobre todo, si es líder de un grupo específico, lo considerará como lo más importante. Usted le dará prioridad a ese grupo por encima de los demás grupos o reuniones donde solamente es un miembro. Si tienen bondad en el corazón, será fiel en todas las obligaciones que tenga. No se olvidará del otro grupo pensando, “Ya que soy el líder de este grupo, los miembros del otro grupo comprenderá por qué no puedo asistir a esa reunión. Si tiene bondad en el corazón, lo más importante no es si la gente del otro grupo comprende o no sus razones. Debe sentir dentro de usted mismo que no se debe olvidar el otro grupo.
Por lo tanto, aunque no pueda estar presente en la reunión, hace algo y se preocupa por el otro grupo también. La magnitud de esta clase de actitud será diferente de acuerdo a la magnitud de bondad que tenga. Si tiene poca bondad, ni siquiera se preocupará mucho por el otro grupo. Talvez tenga un poco de preocupación, pero se inclinará a simplemente olvidarlo.
Pero si tiene una mayor bondad, no ignorará simplemente aquello que le haya causado incomodidad en su corazón. Usted conoce que clase de actos son actos de bondad, y si no está cumpliendo con esa bondad, es difícil que la produzca. Tendrá paz solamente cuando demuestre buenas obras con hechos de bondad. Un hombre malo puede estar tranquilo solamente después que ha cometido acciones producto de su maldad. Así que, aquellos que son buenos de corazón pueden naturalmente ser fieles en toda la casa de Dios. Aquellos que son buenos de corazón se sentirán incómodos si no cumplen con lo que les corresponde bajo cualquier circunstancia, ya sea en el lugar de trabajo o en el hogar. Ellos no dan siquiera excusas diciendo que la situación no lo permitió. Por ejemplo, imagínense que hay una mujer miembro de la iglesia quien tiene muchos títulos dentro de la misma. Ella pasa mucho tiempo en la iglesia. Relativamente hablando, ella pasa menos tiempo con su esposo y con sus hijos de lo que solía pasar. Si fuera realmente buena de corazón y si fuera fiel en toda la casa de Dios, ¿Cómo sería su comportamiento? A pesar que la cantidad de tiempo que tiene que invertir con los miembros de su familia decrece por causa de su trabajo, el amor para su familia como madre y como esposa no debe disminuir. Ella no tiene que olvidarse simplemente de su esposo diciendo, “Tú sabes lo ocupada que estoy con el trabajo de la iglesia, ¿Verdad? Por favor comprende mi situación aún cuando no te agrade”.
Mientras que la cantidad de tiempo ha disminuido, tendrá que darle a su esposo y a sus hijos más amor y más cuidados. Tratará de hacer lo mejor en todos los aspectos y en toda clase de trabajos. Será entonces que, las personas a su alrededor podrán sentir el verdadero aroma de su corazón y estarán satisfechas. Y debido a que sentirán la bondad y el verdadero amor, tratarán de comprenderla y de ayudarla. Como resultado, ella tendrá paz con todos. Esto es ser fiel en toda la casa de Dios con un buen corazón. Dios dice sobre Moisés en el libro de Números 12:7, “No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa”. La misión que Moisés recibió de Dios era guiar a los Israelitas, quienes estaban bajo la esclavitud de Egipto, hacia la tierra de Canaan. Sin embargo, para Moisés era bastante difícil aceptar esta obligación, porque una vez él había matado a un Egipcio y era un fugitivo, no sabía lo que sucedería si regresaba a Egipto. Además, durante 40 años solamente había estado cuidando el rebaño, y no tenía la confianza para aceptar una asignación como esa. Pero obedeció el mandato de Dios y cumplió fielmente con su deber.
Continuando podemos decir que, los hombres adultos eran 600,000. Pero si a esto le incluimos los niños, los ancianos y las mujeres, el número sobrepasaba los 2 millones de personas. Este montón de gente eran como niños pequeños, se quejaban constantemente con Moisés, y en ocasiones se revelaban contra él. No obstante, Moisés los guió hasta el final con fe y con amor. En una ocasión, ellos cometieron un gran pecado y Dios dijo que los castigaría a todos y que formaría una nación con los descendientes de Moisés. ¿Cómo creen que reaccionó Moisés? Habrá pensado, ‘He hecho mi mayor esfuerzo, pero este es el resultado. No puedo hacer más’. No, no pensó así. Él se arrepintió delante de Dios y le pidió perdón como si él mismo hubiera cometido el pecado. Y para salvar al pueblo, ofreció una oración, en la cual entregaba su vida. Éxodo 32:31-32 dice, “Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito”.
Moisés trabajó con todo su corazón, mente y alma, y podía incluso entregar su vida para cumplir con su deber. Dios muestra este fiel corazón con el color del ónice.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, el sexto cimiento es la cornalina. La cornalina es una joya que presenta un color rojo oscuro parecido al rubí. En 1982, cuando me encontraba orando por la apertura de una iglesia, vi cornalina del cielo en una visión. Aquellos que estaban orando conmigo también vieron al Señor poner cornalina en mi mano. La cornalina que vi en ese momento era más pequeña que mi puño y en forma de bola. El color era muy rojo como la sangre pero también muy transparente. Producía una luz brillante, y era simplemente preciosa. Mientras el Señor ponía la cornalina en mi mano, me dijo, “Tú comprenderás lo que esto significa cuando llegue el tiempo”. Esto significaba que el tiempo vendría cuando yo comprendiera el por qué Él me dio la cornalina. Y cuando estaba recibiendo la explicación del libro del Apocalipsis, llegué a comprender el significado espiritual de esta piedra. (Julio 27 de 1989).
El Señor dijo que la cornalina significa ‘esfuerzo’ y que se entrega a los que cumplen apasionadamente sus obligaciones con todo su esfuerzo. Escuchando la explicación del Señor, hice una retrospectiva de mi corazón desde el momento en que conocí a Dios. Yo realmente deseaba entregar el 100% de mí mismo, todo mi corazón, mente, alma e incluso mi vida, para alcanzar el reino de Dios y Su justicia. Me di cuenta que el Señor me había dado la cornalina en el momento en el cual yo habría actuado de tal forma, y me sentí mucho más agradecido.
La cornalina representa el significado del esfuerzo y la pasión, y del amor apasionado para alcanzar el reino y la justicia de Dios.
¿A quién encontramos en la Biblia que tuviera esta clase de corazón apasionado como la cornalina para entregarse sí mismo al reino de los cielos? Esta persona es el apóstol Pablo, de quien hemos escuchado tantas cosas.
Desde el momento en que conoció al Señor hasta el momento de su muerte, sus acciones de amor para el Señor nunca cambiaron. Como el apóstol de los Gentiles, salvó a muchas almas y estableció muchas iglesias durante sus tres viajes misionero. Hasta el tiempo en que fue martirizado en Roma, él testificó constantemente a Jesucristo.
Como el apóstol de los Gentiles, los caminos de Pablo fueron muy difíciles y peligrosos. Se enfrentó a muchas situaciones de peligro de muerte y hubo persecuciones continuas por parte de los Judíos. Fue golpeado y encarcelado, y estuvo en tres naufragios. No dormía bien, con frecuencia estaba hambriento y sediento y soportaba tiempos de frío así como de calor. Durante sus viajes misioneros, siempre se presentaban muchas situaciones que eran difíciles de soportar para un hombre, no obstante, él nunca se arrepintió de su decisión. Nunca tuvo pensamientos vanos tales como, “Esto es muy difícil y yo necesito descansar aunque sea por un momento...”. Su corazón nunca vaciló, y nunca tuvo temor por nada. A pesar de estar atravesando por tantas dificultades, su principal preocupación era solamente la iglesia y los creyentes.
Es así como lo confiesa en 2 Corintios 11:28-29, “y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias. ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?”.
Hasta el momento en que finalmente entregó su vida, Pablo mostró pasión y fervor como esforzándose por la salvación de las almas. Podemos ver cuan apasionado era su deseo por la salvación de las almas en Romanos 9:3. Este versículos dice, “Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne”. Aquí, ‘mis hermanos’ no se refiere solamente a sus parientes en sangre, sino también, a todos los Israelitas, incluyendo a los Judíos que los perseguían. Él dice que podría incluso ir al infierno si ellos pudieran recibir la salvación. Podemos ver con esto cuan grande era su amor apasionado por las almas y cuan grande su fervor por su salvación. Este amor apasionado por el Señor, el fervor y el esfuerzo por la salvación de otras almas está representado por el color rojo de la cornalina. Les hablaré sobre el séptimo cimiento, el crisólito, en la próxima sesión.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, este día, de entre los doce cimientos le he hablado sobre el ónice, la sexta piedra cimiento y la séptima piedra, la cornalina. El corazón espiritual representado por el ónice es la ‘fidelidad diligente’. Para cultivar esta clase de fidelidad que Dios desea, debemos tener rectitud y sacrificio. Además, les expliqué que podemos ser fieles en toda la casa de Dios al grado en que tengamos un buen corazón.
Luego, la cornalina representa el amor apasionado por el Señor y el esfuerzo por el reino de Dios. Después de escuchar este mensaje, ¿Cuánto ónice y cuánta cornalina tienen un su corazón?
Espero que todos ustedes sean fieles al reino de Dios con amor apasionado como Moisés y el Apóstol Pablo. Yo oro en el nombre del Señor para que lleguen a morar a la gloria de la Nueva Jerusalén que resplandece maravillosamente con estas piedras preciosas.
[Amen]
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