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Mensajes > Domingo por la mañana |
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Title |
Acción de gracias |
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Speaker |
Rev. Jaerock Lee |
Pasaje |
Hechos 2:1-4 |
Date |
2011-06-12 |
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Pasaje
Hechos 2:1-4 "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen".
[Introducción]
Antes de ascender a los Cielos, el Señor resucitado dio indicaciones detalladas a Sus discípulos respecto a lo que debían hacer. En Hechos 1:4-5, Él les dijo: "Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días". Cuando los padres van a un lugar distante y dejan a sus hijos en casa, dan indicaciones a los niños y dicen: "La niñera estará aquí pronto, así que no vayan a ningún lado y espérenla". Asimismo el Señor aconsejó a los discípulos de modo que pudieran prepararse para recibir el Espíritu Santo. Así que, tanto discípulos como creyentes, se concentraron en la oración unánime estando en el aposento de Marcos, en Jerusalén. Finalmente el Espíritu Santo descendió sobre ellos. Hechos 2:1-4 registra este histórico momento de la siguiente manera: "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen". En el Antiguo Testamento vemos que Dios cuidó directamente a Su pueblo y lo guió. En el tiempo de nuestro Señor, Él cuidó de Su pueblo. Pero una vez que el Señor ascendió a los Cielos, el Espíritu Santo vino a este mundo. El Espíritu Santo ha estado con nosotros en la Tierra desde el momento que descendió en el aposento de Marcos y permanecerá aquí hasta que el Señor vuelva. Cuando el Señor lleve a todos los creyentes a los siete años del Banquete de las Bodas, el Espíritu Santo abandonará este mundo. ¿Se han preguntado alguna vez cómo sería este mundo sin la presencia del Espíritu Santo? ¿Cuán agradecido se ha sentido por el Espíritu Santo que nos ha sido dado? Hoy deberíamos sentir inmensa gratitud al comprender el tipo de gracia que el Espíritu Santo nos está otorgando. En los siguientes tres aspectos, examinemos quién es el Espíritu Santo y el tipo de gracia que nos está dando. Ruego en el nombre del Señor que, a partir de hoy, ustedes logren ofrecer mayor aroma de gratitud a Dios el Padre por darnos el Espíritu Santo, al Señor por abrir el camino para que el Espíritu Santo venga a nosotros y al Espíritu Santo por habitar entre nosotros.
[Mensaje principal]
Hermanos y hermanas: En primer lugar, el Espíritu Santo derrama gracia como una cascada. Mediante esta gracia los creyentes pueden llevar una vida de fe muy feliz, anhelando a Dios el Padre y el Cielo. Mientras vivimos en este mundo físico, en un cuerpo físico, el Espíritu Santo nos da fe, conocimiento y entendimiento de Dios, quien es espíritu, y del reino espiritual en el que mora Dios. Con esta gracia podemos creer y sentir a Dios quien es espíritu. En Gálatas 4:6 leemos: "Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo (es decir el Espíritu Santo), el cual clama: ¡Abba, Padre!". Además podemos creer que Jesús, quien nació en Israel hace dos mil años atrás, es nuestro Salvador personal mediante la gracia otorgada por el Espíritu Santo. En 1 Corintios 12:3 se nos dice: "...nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo". Es más, a través del Espíritu Santo podemos creer en el reino espiritual en el que habita Dios y añorarlo. Muchas personas en este mundo no creen en la existencia del reino espiritual, incluyendo el Cielo y el Infierno. No creen en esto ya que piensan solo con su propio conocimiento humano y pensamientos carnales. Pero con la gracia del Espíritu Santo no solo podemos creer en el Cielo e Infierno, sino que también podemos sentir la felicidad del Cielo. Por ejemplo: el Espíritu Santo nos da varios dones. Uno de ellos es el de 'hablar en lenguas'. Aquellos entre ustedes quienes han orado en lenguas probablemente han sentido lo que es la llenura y el gozo espiritual. Mediante este sentimiento podemos también sentir la felicidad que experimentaremos en el Cielo, que es un lugar espiritual. Aquellos creyentes de la iglesia primitiva mencionados en el pasaje bíblico de hoy también lo experimentaron. Ellos fueron partícipes de aquel viento recio que soplaba y de las poderosas obras del Espíritu Santo; además recibieron la llenura del Espíritu Santo. Con esta llenura del Espíritu predicaron el evangelio del Señor a lo largo de toda su vida, con esperanza por el Cielo, a pesar de las muchas persecuciones. Nosotros somos llenos del gozo que Dios da no solo al experimentar los dones del Espíritu Santo, sino también al alabar y orar a Dios y también al trabajar para Él con la llenura del Espíritu. Es más, en algunas ocasiones, con sus ojos espirituales y gracias a la obra del Espíritu Santo, quizá puedan ver el Cielo o seres espirituales tales como ángeles. Al ser llenos del Espíritu, en ocasiones quizá logren ver cosas como estas aunque sus ojos espirituales aún no hayan sido abiertos. Asimismo, mediante las poderosas obras del Espíritu Santo, ustedes miran, escuchan y viven las cosas que son posibles únicamente en el reino espiritual. Podrán sentir el mundo espiritual donde nada es imposible; un mundo misterioso y maravilloso. También podrán creer en la verdad absoluta de la Palabra de Dios. Así que no se aferrarán a este mundo físico que perece, sino que tendrán una vida feliz con su esperanza únicamente en el Cielo. Además el Espíritu Santo nos permite comprender el mensaje espiritual que jamás logramos entender por sí mismos. El Espíritu Santo examina aun las cosas más profundas de Dios. Nos da a conocer los secretos ocultos de Dios y nos permite entender Su corazón y voluntad contenida en la Palabra. Mediante Su ayuda podemos percibir cuán grande es el amor de Dios y cuán profunda es Su bondad. Además llegamos a anhelar, así como también a cultivar en el corazón, aquel amor y bondad. En la medida en que hacemos esto, la paz y el gozo verdadero descienden sobre nosotros. El Espíritu Santo permite que nos demos cuenta no solo del amor de Dios, sino también de Su justicia, que es la ley del reino espiritual. Él nos hace entender cómo podemos vivir una vida bendecida, sin involucrarnos en los desastres de este mundo violento. Él nos guía de manera que podamos concentrarnos en las obras del Señor con la llenura del Espíritu hasta que alcancemos el reino celestial.
Hermanos y hermanas: Cuando llega la estación seca a los desiertos, toda el agua se seca por completo, empezando por los pozos más pequeños. Entonces todo, desde el césped pequeño hasta los grandes animales, esperan ansiosamente la lluvia. Esto se debe a que el agua es vida. Actualmente vivimos en un mundo semejante a un desierto seco, donde la Palabra de Dios y la llenura del Espíritu han desaparecido. Sin la gracia que nos da el Espíritu Santo, nuestra vida espiritual dejaría de existir. En esta generación Dios está derramando gracia, no solo a manera de lluvia sino de cascada, por medio del Espíritu Santo. Anhelo que ustedes sientan gratitud por la gracia abundante y valiosa que nos está dando el Espíritu Santo que habita en nosotros. Ruego en el nombre del Señor que ustedes se acerquen a las almas que están muriendo de sed y que compartan esta gracia valiosa que han recibido. Amados hermanos y hermanas en Cristo: En segundo lugar el Espíritu Santo intercede y gime por nosotros. Tal como lo dice Romanos 8:26: "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles". Como está escrito en la segunda parte de 1 Juan 5:6, el Espíritu Santo es la verdad. Cuando los hijos de Dios van tras la verdad, el Espíritu Santo se regocija en gran manera. Cuando el Espíritu Santo se regocija en nosotros, nuestro corazón también se llena de gozo. Con este gozo podemos ir tras la verdad aun más de cerca. Por el contrario, si vamos tras la falsedad, el Espíritu Santo gime en nosotros. Cuando el Espíritu Santo gime, nuestro corazón también se siente atribulado. En este punto, si cambiamos y seguimos la verdad, los sentimientos adversos desaparecen y a nuestro corazón llegan la paz y el gozo. Como he explicado, el Espíritu Santo nos alerta de momento en momento en el corazón. Él nos guía de modo que no vayamos tras la falsedad, sino únicamente tras la verdad. Mientras escuchemos Su voz, el Espíritu Santo no abandona nuestros corazones y continúa dándonos señales de alerta. Aunque cometamos un grave pecado por causa de nuestra debilidad, Él intercede por nosotros con gemidos indecibles. Él ruega a Dios por nuestro perdón y nos da la fortaleza para alejarnos del pecado. Aunque haya una persona que cierre el oído de su corazón e intente no escuchar Su voz, el Espíritu Santo siempre llamará a la puerta del corazón de esa persona para que pueda abrirla nuevamente y volver a escuchar Su voz. Permítanme explicarles esto con una alegoría para que puedan sentir este amor. Supongamos que un joven cometió un delito grave; fue encarcelado y luego liberado. Cierta pareja anheló darle una nueva vida, así que lo adoptó como hijo. Al principio este joven fue agradecido, pero pronto olvidó esta gracia y empezó a cometer delitos otra vez. No escuchó a sus padres e incluso los lastimó cuando intentaron evitar que cometiera pecados. Cada vez el corazón de los padres tenía heridas mayores que las heridas físicas. Además, mientras solucionaban los problemas causados por su hijo, sus propias vidas empezaban a verse en problemas. Aun así, ellos no se dieron por vencidos. Era muy obvio que si se rendían su hijo continuaría cometiendo crímenes y recibiría sentencia de cadena perpetua o la pena de muerte, terminando su vida en una tragedia. Los padres no se rindieron porque lo amaban. Ellos no tuvieron otra opción aparte de vivir cada día de sus vidas esperando que su hijo saliera de la ciénega del maligno. Nuestro Dios pagó el precio con la vida de Su Hijo unigénito a fin de salvarnos del diablo; Él nos adoptó. Sin embargo, algunos creyentes practican las cosas del diablo una y otra vez debido a la debilidad de su fe. Así que el Espíritu Santo intercede por estas almas ante Dios una y otra vez. A pesar de que cometen pecado repetidas veces, incluso después de escuchar los gemidos del Espíritu Santo, Él les habla e intercede ante Dios otra vez. Él conoce bien lo que acontecerá a estas almas si las abandona y se da por vencido, así que jamás se rinde. El Espíritu Santo habita en el corazón de las personas, por ende conoce cuán llena de pecado es esta generación al igual que los corazones de las personas en estos tiempos finales. Por esta razón Él está continuamente intercediendo por nuestro perdón y rogando para que podamos tener más oportunidades. Este amor se otorga a todos ustedes. El Espíritu Santo no se rinde ni siquiera respecto a las almas que se dan por vencidas. Él gime e intercede por ellas y las guía al camino correcto que Dios el Padre desea. Aunque ustedes sean tan débiles y deseen rendirse, y aunque tengan muchas imperfecciones, anhelo que sientan gratitud profunda por el amor del Espíritu Santo quien desea guiarlos a la Nueva Jerusalén en los Cielos. ¿Hay alguno que todavía contriste el corazón del Espíritu Santo? Si es así, les animo ahora, en el nombre del Señor, a que cambien sus maneras a fin de consolar al corazón del Espíritu Santo y que le causen solo gozo. Hermanos y hermanas: En tercer lugar el Espíritu Santo conoce siempre nuestro corazón y nos ayuda en todo momento y lugar. El Espíritu Santo nos puede hacer sentir atribulados por Su gemir, pero al mismo tiempo nos consuela, anima y ayuda. Romanos 5:5 dice: "...y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado". Como está escrito, el Espíritu Santo obra en nuestras vidas de varias maneras para que podamos sentir el amor de Dios. Yo creo que ustedes también han experimentado estas obras del Espíritu Santo en sus vidas. Si ustedes se encuentran en pruebas o aflicciones quizá piensen que nadie puede entender su corazón. Pero a veces el Espíritu Santo les demuestra que Él sí conoce sus corazones. Por ejemplo: ustedes se encontraban caminando con su mirada al suelo, pero el momento que levantaron los ojos hacia el cielo, vieron un hermoso arcoíris. Entre los tantos transeúntes en la calle, ustedes son los únicos que ven el arcoíris. Es en momentos como este que pueden sentir consuelo al creer que Dios ha hecho el arcoíris solo para ustedes. Algunas veces Él nos consuela o anima por medio de personas a nuestro alrededor. Muchos de los creyentes aquí dan ofrendas a Dios en cada servicio devocional, las cuales han sido ahorradas de sus gastos personales con mucho esfuerzo. Luego quizá reciban regalos de parte de otras personas en algunas ocasiones. Al abrir el regalo encuentran algo que ustedes anhelaban tener. O quizá reciban ingresos extras que cubren una cantidad que necesitaban con urgencia. Entonces sus ojos se llenan de lágrimas al ser conmovidos por la delicadeza y bondad de Dios quien conoce todas sus situaciones. Yo creo que sus corazones han sido motivados en los servicios de adoración muchas veces. A veces sienten que el contenido de cierto mensaje ha sido predicado exclusivamente para ustedes. Al cantar alabanzas, la letra de ciertos cánticos conmueven sus corazones profundamente. Y en sus oraciones quizá claman por cosas necesarias como si el Espíritu Santo hubiera puesto palabras específicas en sus labios. Cuando algunos líderes o pastores que están llenos del Espíritu les ayudan con sus oraciones, leen sus mentes como si hubieran estado dentro de sus corazones. Entonces sienten aquel profundo amor y piensan: "Dios el Padre conoce mi corazón por completo; Él me está animando y alentando a caminar hacia la Nueva Jerusalén". Todas estas cosas representan las manos del Espíritu Santo que nos ayuda a entender nuestro corazón. En Salmos 139:1-4 se expresa: "Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda". Al reconocer y depender de este Espíritu Santo, Él los consolará, animará y ayudará en todo momento. Él conoce lo que necesitan en cada momento y lo suple para ustedes. Anhelo que ofrezcan a la bondad del Espíritu Santo oraciones de gratitud y alabanza en todo instante.
[Conclusión]
Amados hermanos y hermanas en Cristo: ¿Han sentido que anhelan ver a Dios el Padre y que desean estar en el seno del Señor? Pues no tienen que buscar a Dios en algún lugar distante. Simplemente recuerden que hay alguien que los observa con los ojos de Dios el Padre y que los abrazará en Su seno con el corazón de Dios Padre; Él está siempre con ustedes. Él es el Espíritu Santo. Sus ángeles están junto a ustedes, pero el Espíritu Santo está aún más cerca; Él está en sus corazones. Al reconocer y depender de este Espíritu Santo, Él derramará Su gracia como cascada. Él rogará que ustedes vayan solo tras la verdad y les ayudará en cualquier momento y lugar. Ruego en el nombre del Señor que ustedes permanezcan siempre con este precioso Espíritu Santo hasta el regreso del Señor. |
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