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Vigilia de Viernes
Title
   la lectura de apocalipsis(94) - Apocalipsis 94    
Speaker
   Rev. Jaerock Lee
Pasaje
   Apocalipsis 22:4-7
Date
   2009-04-03



Escritura

Apocalipsis 22:4-7

[4] Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
[5] No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.
[6] Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.
[7] ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.

Amados hermanos y hermanas en Cristo,
Hermanos, la escritura dice, verán su rostro. Como la palabra los siervos verdaderos no solamente entrarán en la Nueva Jerusalén sino también sirven a Dios estando muy cerca de Él y pueden ver Su rostro.
¡Ustedes anhelan el rostro de Dios! ¿No es así? Para poder ver el rostro de Dios debemos cumplir con ciertos requisitos que se requieren igualmente para ver el rostro del Señor.
Cuando un pecador mira el rostro de Dios no puede vivir debido a Su luz espiritual. En los capítulos 19 y 20 de Éxodo se relata una escena donde Dios baja al Monte Sinaí para entregar los Diez Mandamientos a los Israelitas. Hubo gran estruendo y rayos de luz, así como una nube espesa sobre el Monte y un sonido de trompeta muy fuerte (Éxodo 19:16).
El Monte Sinaí estaba rodeado de humo y Dios descendió sobre él en medio de fuego (Éxodo 19:18). Dios alertó a las personas para que no subieran al monte por temor a que mueran, de modo que los Israelitas temblaron de miedo y no intentaban acercarse a Dios, ni siquiera intentaron escuchar a Dios directamente.
Ellos se pararon a cierta distancia y le dijeron a Moisés: "...pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos" (Éxodo 20:18-19). Debido a la majestad de Dios quien es Luz ellos no pudieron presentarse ante Él ni tampoco ante las señales que indicaban que estaba descendiendo a la montaña.
¿Entonces cómo puede la gente ver a Dios? Mateo 5:8 dice: "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios." En Hebreos 12:14 leemos: "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor".
Por supuesto que algunas personas pueden ver la forma de Dios con sus ojos espirituales abiertos por la gracia de Dios aunque no hayan logrado una santificación perfecta, pero es diferente al acto de ver a Dios cara a cara. Ellos pueden ver la forma de Dios momentáneamente porque Dios oculta Su Luz, y si no lo hiciera las personas no lograrían seguir viviendo al enfrentarse a ella.
Aquellos que no logran la santificación en la tierra no podrán ver el rostro de Dios y del Señor en el Cielo por siempre y tampoco podrán estar en Sus brazos. Por ejemplo, aquellos que entran al primer Reino de los Cielos no podrán levantar sus cabezas cuando el Señor esté frente a ellos debido a la luz brillante de Su gloria.
Además si usted no se ha santificado no podrá ver la luz del Señor cuando se encuentre con Él ni tampoco al entrar en la Nueva Jerusalén, no podrá ir libremente a las moradas celestiales superiores a las del primer Reino de los Cielos en el cual usted vivirá.
Cuando usted entre en las moradas superiores por alguna invitación especial deberá ponerse la vestimenta adecuada para poder resistir la luz de esas moradas. En especial los siervos de Dios que entren a la Nueva Jerusalén son quienes desechan la oscuridad por completo y pertenecen a la luz.
Ellos podrán ir libremente a cualquier lugar del Cielo y podrán mirar el dulce rostro de Dios y del Señor. No obstante la Escritura dice: "y su nombre estará en sus frentes". Algo similar se menciona en la Palabra de Bendición que se da a la Iglesia en Filadelfia escrita en Apocalipsis 3:12 que dice: "Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo". El nombre de la Nueva Jerusalén y el nuevo nombre del Cordero, nuestro Señor, estará escrito en aquellos que ganan todas las batallas espirituales.
Como ustedes saben este "nuevo nombre" no es "Jesucristo" que es el nombre que conocemos en este mundo. El Señor, al igual que nosotros, recibirá un nuevo nombre en los Cielos, diferente al que usamos en la tierra. El nuevo nombre del Señor, el cual estará escrito en la iglesia de Filadelfia, es "el Rey de reyes, el Señor de señores".
Por supuesto que este nombre no estará escrito en un lenguaje de este mundo sino en un lenguaje celestial, y esto no significa que se escribirán algunas palabras en el cuerpo de las almas a manera de tatuaje, sino que espiritualmente significa que serán ungidas y garantizadas en el nombre del Señor.
Esto es válido también para la Escritura de esta noche. La frente es la parte del cuerpo que está expuesta con mayor facilidad, por ejemplo, si usted observa un libro nuevo, ¿qué parte del libro observará primero? Usted observará la cubierta y el título que está escrito sobre ella.
Asimismo, cuando un nombre se ha escrito o una etiqueta se ha adjuntado al cuerpo de un hombre, la parte más notoria es la frente y si algo se ha escrito sobre ella significará que es el dato más importante acerca de ese hombre. Si usted tiene el nombre de Dios escrito en la frente los demás notarán su gloria con facilidad. Por lo tanto la frase "y su nombre estará en sus frentes" significa que Dios glorificará a sus siervos hasta ese punto.
En Apocalipsis 22:5 leemos: "No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos". Ya no habrá ninguna maldición ni tampoco la oscuridad de la noche sino tan solo la gloria de Dios, quien es la luz, brillará en todo el Cielo y en esa gloria reinarán por siempre todos los santos de la Nueva Jerusalén.
Sin embargo Apocalipsis 20:4 dice que habrá almas que reinarán durante el Reino Milenario. Las almas que reinan durante el Reino Milenario y aquellas que reinan en el Cielo son almas diferentes, pues las que reinan durante el Milenio son las almas que reciben salvación.
Las personas en espíritu que llegan a ser salvas y las personas en la carne que sobreviven a los 7 años de la Gran Tribulación vivirán juntas en el Reino Milenario. Al comparar la vida de las personas en espíritu con la vida de las personas en la carne vemos que será una vida gloriosa al igual que la vida de un rey, de eso se trata Apocalipsis 20:4 de lo que les hablé en detalle cuando estudiamos el Reino Milenario.
No solamente los que se sumergen en lo espiritual sino también aquellos que son salvos en el primero y segundo niveles de fe podrán vivir vidas como de rey en el Reino Milenario. Por el contrario, solamente los hijos que entren a la Nueva Jerusalén podrán reinar en el Cielo.
Ellos podrán disfrutar de gloria que no podrá compararse con la de un rey de la tierra y vivirán una vida mucho más gloriosa que la de aquellos que vivan en las moradas celestiales. Por supuesto, el Rey es nuestro Señor, quien es el Rey de reyes y Señor de señores.
No obstante, una princesa que es de agrado para un rey puede disfrutar de la gloria de la que disfruta el rey. Asimismo, la gloria de Dios puede reposar sobre Sus siervos y por tanto ellos podrán reinar, podrán ir a muchas moradas celestiales y podrán dar gracia a los habitantes de aquellas moradas en representación de la Trinidad de Dios, mirando alrededor de las moradas y añadiendo felicidad a cada lugar.
Apocalipsis 22:6 dice lo siguiente: "Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto". En este verso al decir "estas palabras" no se refiere solamente a la Nueva Jerusalén sino a cada palabra del libro de Apocalipsis que escribió el Apóstol Juan.
Las cartas del Señor a las siete iglesias, el Banquete de las Bodas, los 7 años de la Gran Tribulación, el Juicio Final, el Cielo y el Infierno; todo esto está contenido en "estas palabras", pues cada palabra escrita por el Apóstol Juan en el libro de Apocalipsis es veraz según lo que él vio y escuchó.
No sólo el libro de Apocalipsis sino la Biblia entera, la cual Dios escribió por mano de muchos profetas, es fiel y verdadera. Dios hizo que los profetas predicaran diligentemente las cosas que se darían en el futuro con el fin de que los oyentes entiendan y vivan una vida digna.
Dios permite que la gente conozca que Dios el Creador existe, que todos los muertos recibirán el juicio, y que el Cielo y el Infierno también existen. Asimismo, Dios enseña a su pueblo a tener temor de Él y a vivir en la luz para que puedan entrar en el Cielo.
Él también ha mostrado evidencias a las almas que solamente escuchan pero no creen, evidencia de Dios que es tan notable con sólo mirar las cosas que están en el universo. Sin embargo, existen muchos que simplemente no logran notarlo y por eso Dios manifiesta Su poder para demostrar cosas que el poder o habilidad humana no podrían hacer y de este modo Él mueve a las personas a creer en Él y a vivir una vida digna.
Cuando descendió fuego del Cielo por la oración de Elías los Israelitas desecharon los ídolos y se volvieron a Dios, pues ellos llegaron a creer en la Palabra de Dios que Moisés predicaba solamente después de que él manifestó las diez plagas y demostró aquel poder.
Jesús también sanó a muchos enfermos y mostró señales y milagros por causa de los cuales muchos llegaron a creer en Su Palabra y se arrepintieron. Ustedes asimismo son testigos quienes han experimentado tales obras innumerables veces.
En muchas ocasiones han visto que lo que ha sido imposible para la sabiduría y fortaleza del hombre llegó a ser posible en el nombre del Señor y entonces llegaron a creer en Dios, quien es invisible, y en Su Palabra, que es verdadera.

 
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