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Title
   Testimonio de Dr. Jaerock Lee(14) - Yo era un Pecador    
Speaker
   Rev. Jaerock Lee
Pasaje
   
Date
   2008-05-03



Parte Cuarta: Esperanza a través de las pruebas

1. Yo era un Pecador
2. La Cruz de Jesús
3. El Dios vivo
4. Si puedes hacer algo
5. Desarrollo de una iglesia
6. Un utensilio


1. Yo era un Pecador

Ocurrió un acontecimiento que nos trajo la bendición asombrosa de Dios cuando vivíamos con nueva esperanza.
Eso era el culto solemne del triduo en la Iglesia de Kumho-Dong. El pastor Byung-Ok Park de la Iglesia Ki-Sung fue el invitado. Su predicación se tituló «Seremos mendigos, ofreciendo todo lo que tenemos». Durante el culto de la noche del lunes, él bajó del altar y oró especialmente por mi esposa y yo, imponiéndome sus manos.
No pudimos participar en el culto de la maña del día siguiente, pero luego oímos que el pastor Park nos había estado buscando. Y nos dijo: «Este culto solemne del triduo es el que Dios ha preparado. Si hay algún vecino, espero que les avisen, y espero que participen en todos los cultos desde».
Por eso nosotros participamos en todos los cultos desde aquella noche del martes.
Tuvimos muchas experiencias hermosas, escuchando los sermones. El pastor nos explicó cómo Dios había creado al hombre y por qué el hombre era pecador.
Tenemos que confesar que somos pecadores si queremos creer en Jesús, si no, no podemos aceptar a Jesús, quien fue crucificado por nuestros pecados. Mateo 1:21 dice: «Y dará a la luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Para admitir que somos pecadores, tenemos que creer que ha creado los cielos y la tierra, todo, incluso al hombre\; y se encarga también de la historia mundial, incluyendo nuestra vida y nuestra muerte. Esto se lee en Génesis 1:1, «En el principio creó Dios los cielos y la tierra». Vemos también en Génesis 2:7, «Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente». Dios creó varón y hembra. Los bendijo y les dijo: «Fructificad y multiplicaos\; llenad la tierra, y sojuzgadla» (Gen. 1:27-28). Esta es la teoría de la creación diseñada por Dios, el Creador.
En contradicción, existe la teoría de la evolución\; teoría basada en la evolución humana y desarrollo desde sus primeras formas de vida, pero esta teoría ha causado conflictos incluso entre los evolucionistas.
Nuestro estilo de vida puede variar de acuerdo de en donde coloquemos el origen del ser viviente\; en el monogenismo o el evolucionismo. El que cree en el evolucionismo está basado en el humanismo y enfocará sus esperanzas a las cosas mundanas. Pero el que cree en la creación, está basando en Dios, y, enfocará su esperanza en el reino de Dios, viviendo según la voluntad de Dios.
¿Usted cree en monogenismo o en el evolucionismo?
Por ejemplo, ¿qué proceso se necesita para construir un edificio? Un arquitecto diseña según su conocimiento y empieza a construir un edificio según ese diseño. Un edificio no puede edificarse por casualidad. Esto pasa lo mismo con un televisor, un radio y otros artículos.
Debemos creer que también todo en esta tierra fue diseñado y creado por Dios.
Entonces, ¿cómo se formó el hombre?
Dios formó al hombre a su imagen y semejanza, con el polvo de la tierra. Formó al hombre con cuidado, como cuando un alfarero hace una cerámica. Y le dio el aliento de vida y el hombre se hizo un ser viviente. Circuló la sangre y respiró. Dios le dio corazón y mente para que pudiera vivir. De igual manera que el hombre hace correr la corriente en el televisor para que la pantalla exponga las escenas y sonidos. Si nosotros podemos hacer este tipo de cosas, ¿por qué Dios no puede pensar, hablar y moverse?
Dios solía andar con Adán -que fue el primer hombre- y le enseñaba sobre la armonía del cielo y la tierra y la ley del mundo espiritual. Dios le dijo.
“Fructificad y multiplicaos\; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todos las bestias que se mueven sobre la tierra.
De todo árbol del huerto podrás comer\; mas del árbol de la conocimiento del bien y del mal no comerás\; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.
Dios le enseñó paso a paso quién era Él y cómo el hombre tiene que vivir como gobernante sobre la tierra.
Entonces, ¿por qué Dios creó al hombre? Antes de que Dios creara los cielos y la tierra, había serafines y ángeles celestiales. Dios sabía que el hombre le desobedecería, sin embargo, Él lo creó, ¿por qué?
El hombre da a luz a su hijo también. Un ser humano sabe que se tarda nueve meses para dar a luz a un niño, y sabe que es doloroso. Un ser humano sabe que es un trabajo duro criar a los niños, pero él da a luz puesto que él necesita a sus hijos con quienes quiere intercambiar el amor.
Nuestro Padre celestial también necesita a sus hijos con quienes puede intercambiar el amor. Los arcángeles y ángeles celestiales sólo saben obedecer y son como robots que no tienen voluntad propia. Por consiguiente. Él creó al hombre, a quien le dio voluntad propia para poder intercambiar su amor con él.
Dios planeó la historia del hombre de 6.000 años para conseguir a sus hijos verdaderos que viven en la verdad. Esta historia de 6.000 años es el período después de que Adán y Eva desobedecieron la Palabra de Dios, y todo ésta detalladamente escrito en la Biblia.


Entonces, ¿por qué Adán y Eva le desobedecieron?

Dios enseñó a Adán y a Eva el bien, pero no el mal. En un mundo en el que no había mal, ellos tenían una vida placentera, jugando con tigres, leones y serpientes. Ellos vivieron felizmente en el huerto del Edén, durante muchos años, y se fructificaron y se multiplicaron. Durante el tiempo en que Adán y Eva habían sido felices en la tierra con Dios, Satanás había estado planeando tentar a Adán y a Eva para que ellos desobedecieran a Dios. Satanás decidió utilizar el animal más astuto: una serpiente. Aunque la serpiente sabía la voluntad de Dios, fue elegida por Satanás para la misión, puesto que era muy astuta.
La serpiente preguntó: “¿por qué Dios os ha dicho: No comáis de los frutos del huerto?”. La mujer le respondió: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer\; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: ‘No comeréis de él, ni le tocaréis para que no muráis’”.
Cuando la serpiente tentó a la mujer, ésta contestó cambiando ligeramente lo que había dicho Dios.
Al confirmar que ella dijo “para que no muráis” en vez de “ciertamente morirás”, la serpiente tentó activamente a la mujer para enfrentarse con Dios, diciendo, “No moriréis. Dios sabe que el día que comáis de ese árbol, serán abiertos vuestros ojos, y veréis como Dios, y conoceréis el bien y el mal”.
Cuando la mujer fracasó al intentar competir sobre la Palabra de Dios con Satanás, éste la tentó con codicia terrena tales como deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida.
Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y el árbol codiciare para alcanzar la sabiduría\; y tomó su fruto, y comió, y dio también a su marido, el cual comió así como elle (Gen. 3:6).
Desde ese momento empezó la tragedia de la historia humana. Aunque Dios había enseñado al hombre a sojuzgar su soberanía diciendo que no comieran del árbol de la conocimiento del bien y del mal\; y enseñó a respetar y a temer a Dios, el hombre y la mujer le desobedecieron y pecaron.
El Dios justo preguntó al hombre: “¿Haz comido del árbol de que yo te mandé que no comieses?”.
Dios que advirtió, “el día que de él comieras, ciertamente morirás”, echó a Adán y a Eva fuera del huerto de Edén y puso querubines con espadas encendidas para guardar el camino del árbol de la vida.
Por fin, el hombre llegó a ser una persona con un espíritu muerto por haber sido echado del mundo espiritual.
Muchos dolores y maldiciones siguieron. A la mujer, Dios dijo que tendría que soportar gran dolor al dar a luz a sus hijos y, tendría que someterse a su marido, y él se enseñorearía de ello.
A causa del hombre, Dios maldijo para que éste sólo pueda comer de la cosecha a través del sudor de su trabajo y advirtió que comería el pan con el sudor de su rostro y volvería a la que de la que vino.
Dios también maldijo a la serpiente entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Le dijo que tendría que andar sobre su pecho y que tendría que comer polvo todos los día de su vida. Además, le dijo que habría enemistad entre ella y la mujer, y entre su simiente y la simiente de la mujer. Ésta herirá su cabeza y la serpiente herirá a la mujer y a su simiente el calcañar. La interpretación espiritual del polvo es que el ser humano es hecho de polvo. “La serpiente comerá polvo” significa que los seres humanos estarán bajo el control de la serpiente, que es el diablo, a causa de la desobediencia de Adán.
La desobediencia de Adán causó muchos resultados. Puesto que Adán, era gobernante de la tierra, fue maldecido, todo lo que estaba bajo su control también lo fue. Toda la humanidad, descendientes de Adán, llegaron a ser pecadores. Todos ellos llegaron a ser pecadores que no podían evitar el ir al infierno, porque la paga del pecado es la muerte (Rom. 3:23, 6:23).
Además, a causa de la desobediencia de Adán, toda la potestad fue entregada al diablo (Luc. 4:6), y el mundo llegó a estar lleno de dolor, tristeza, enfermedades, sangre y maldades.
Sin embargo, Él dijo que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente, entonces, ¿quién podrá salvarnos? ¿cómo podrá hacerlo?
Nuestro Padre Dios pronosticó que Adán le desobedecería. Dios no podía dejar a sus hijos en manos del diablo, por eso Él preparó también un camino de salvación: Jesucristo.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16).
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn. 1:12).
Puesto que no podemos evitar el camino de la muerte, Jesús vino a este mundo hace 2.000 años y murió crucificado por nuestros pecados.
Si creemos en Jesús, que murió crucificado, entonces Dios, que preparó un camino de la vida eterna para nosotros, perdonará nuestros pecados sin necesidad de pagar por parte de nosotros el precio por eso, y seremos sus hijos y tendremos vida eterna. ¡Qué cosa sorprendente y agradecida Él nos ha hecho para nosotros! Dios nos dio este amor, ¡Aleluya!”.
Escuchando el sermón largo del pastor, empecé a darme cuenta de la existencia de Dios y su amor, y además comencé a creer en las cosas de las que antes había dudado.
Yo vivía sin saber que Dios me amaba tanto\; el amor de Dios, que creó todo y nos permitió gobernarlo.
“Dios Padre, nosotros éramos todos pecadores que no te conocíamos y que no te reconocíamos. Te doy gracias por mandarnos a Jesucristo, y por perdonar nuestros pecados a través de la sangre de Jesús que murió en la Cruz. Te doy gracias por la gracia que tú me haz dado de poder conocerte por medio del milagro de la sanación”.
Las lágrimas me corrían por el rostro. Sin la gracia de Dios, viviría todavía con pena, no llegaría a darme cuenta de la existencia de Dios y, andaría por el camino de la muerte.
No hice nada para merecer su amor. Dios me dio su amor gratuitamente. Antes dudaba de qué Dios me había sanado antes de que yo recibiera a Jesús como mi salvador. Ahora sé que eso fue por su amor. Fue también por la oración fervorosa de mi hermana mayor.
Decidí asistir a todos los cultos para escuchar la Palabra de Dios y vivir según su Palabra. Me decidí a esforzarme por ser uno que recibe muchas bendiciones de Dios y por llevar una nueva vida.
“¡Dios es amor! Te doy gracias por curarme. Te doy gracias por permitirme conocer el camino de salvación y de eternidad. Doy gracias puesto que tú me salvaste del camino de pecado y tú me permitiste ser tu hijo. Por favor, ayúdame a cambiar para ser un nuevo hombre, para poder ser un hijo verdadero de tí”.

 
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