“Yo estaba sorda de mi oído izquierdo pero fue abierto, y tenía una visión deficiente pero ahora veo bien!”
La diaconisa Okhwa Kwon, de 79 de edad, Zona 4, Iglesia Central Manmin
Sufrí de una grave fiebre cuando tenía 8 años y me dejó sorda de mi oído izquierdo. Debido a ello, tenía pocos amigos y a menudo me quedaba sola y llorando. No podía recibir educación escolar adecuada para cuidar de mis hermanos. A la edad de 19 me casé y me mudé a la ciudad de Daegu.
No podía entender lo que la gente en Daegu decía porque ellos hablan su propio dialecto. Algunos decían que tenía discapacidad mental y yo me sentía afligida. Dios me mostró Su amor: a una persona pobre y triste como yo.
El día 1 de Mayo de 2016, fui llevada a la Iglesia Central Manmin. Cuando llegué al santuario, sentí como si estuviera en un gran jardín de flores.
El santuario estaba brillante y los rostros de los miembros de la iglesia brillaban con gozo. Durante el servicio del domingo, el Pastor Principal, Dr. Jaerock Lee, predicó el sermón desde el altar. Sentí una luz fuerte, de paz y espiritual proveniente de él.
En su sermón él dijo que si creemos sinceramente en Dios, no pecaremos ni mentiremos, entonces podemos entrar en el cielo. Obtuve la paz y el descanso en sus mensajes que nunca tuve en toda mi vida. Comencé a orar en la Reunión de oración de Daniel a través de la red GCN y ofrecí mi gratitud en oración por guiarme a esta hermosa y buena iglesia.
Comenzando el año 2018, mi corazón se sintió dolido cuando pensaba sobre el Pastor Principal, quien fue vaciado de toda su energía, y no veía ni oía bien porque se había entregado a sí mismo a guiar las almas a la salvación. Comencé a pedirle a Dios en oración para que él pudiera ver y oír bien.
Mientras tanto, el 25 de marzo, experimenté algo sorprendente. Durante el servicios de adoración, fui capaz de escuchar la voz del Pastor Principal mucho mejor, incluso cuando él decía algo en voz baja. Yo no había podido oír bien con mi oído izquierdo antes, así que me había esforzado en concentrarme con el oído derecho. Pero fue diferente aquel día. Pude escuchar mucho mejor la conversación con otras personas y el sermón en los servicios. ¡Fui sanada de mi problema auditivo! Había sufrido por esto toda mi vida pero el Dios de misericordia lo sanó ¡aunque yo ni siquiera lo pedí!
Más aún, yo tenía una vista muy deficiente así que necesitaba lentes adicionales además de los anteojos que usaba. Incluso con los anteojos y lentes adicionales, no podía leer letras pequeñas. Pero ahora soy capaz de leer letras pequeñas sin los lentes adicionales.
Le doy todas las gracias y la gloria a Dios quien me dio felicidad verdadera y recobré mi capacidad de oír y de ver aunque pronto cumpliré 80 años de edad.
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