Hermano Amador Serna Aguero (54 años), Iglesia Manmin de Perú

Yo solía creer que la fe religiosa era inútil. Esto se debía a que yo había padecido de muchas enfermedades y nunca me había sentido feliz aunque había sido católico por muchos años. Mi esposa y yo discutíamos a menudo. No teníamos paz.

En el año 2012 mi esposa comenzó a asistir a la Iglesia Manmin de Perú. Yo le causaba dificultades y persecución porque pensaba que era una pérdida de tiempo. No obstante, ella cambió mucho de modo positivo luego de comenzar a asistir a la iglesia; me trataba de forma amorosa y me decía que deseaba ir a la iglesia conmigo.

En julio de 2013 yo también me registré en la Iglesia Manmin de Perú luego de ver el cambio en ella, y también por el cuidado y la motivación de los miembros de la iglesia.

Yo debía usar una silla de ruedas por causa de las secuelas de una hemorragia cerebral. Pocos meses después de comenzar a asistir a la iglesia, recibí la oración con el pañuelo sobre el cual el Dr. Jaerock Lee había orado (Hechos 19:11-12). Después de la oración la fortaleza inundó mis piernas y obtuve nuevamente la habilidad para caminar. Dejé de usar la silla de ruedas.

No obstante, la mitad de mi cuerpo todavía no estaba normal. Para moverme un poco debía usar mucha energía. Mientras escuchaba la Palabra de Dios comencé a tener la esperanza de que Él me sanaría por completo. A partir del año 2014 comencé a orar y ayunar, y comprendí que mi enfermedad provenía de mi personalidad obstinada. Yo era un hombre de voluntad firme. En realidad me era difícil inclinarme por causa del dolor, pero lo hacía ante Dios con un corazón humilde, y clamaba ante Él.

Derramé muchas lágrimas de arrepentimiento mientras pensaba en mi familia que había sufrido por mi culpa. El 3 de abril de 2014 recibí la oración con el pañuelo por parte de la Reverenda Heesun Lee, Pastora Guía Mundial de Manmin.

Entonces la parte izquierda de mi cuerpo que había estado paralizada volvió a la normalidad y pude moverme sin dificultad. Mi familia ahora está rebosante de alegría. Alabo el nombre de Jesucristo quien me sanó y me bendijo. ¡Aleluya!