Diácono Min Seong (48 años), Zona 19, Iglesia Central Manmin
El 26 de enero, junto a su esposa, el Diácono Min Seong compartió su testimonio de sanidad con el Pastor Principal.

Al comenzar diciembre de 2016, mis ojos se sintieron muy cansados mientras yo conducía. Al día siguiente, parecía que las cosas se duplicaban. Los síntomas eran tan graves que no me permitían hacer muchas cosas.

Acudí a una clínica oftalmológica y me diagnosticaron estrabismo paralítico, no especificado. Fui a otras clínicas con la esperanza de que el diagnóstico estuviera equivocado, pero en todas me dijeron lo mismo. Entonces me dieron una solicitud por escrito para ser transferido a un hospital más grande.

Mis ojos estaban cruzados con tanta gravedad que ni siquiera los anteojos lograban corregir mi visión. Tuve que utilizar un parche en un ojo. Me costaba mucho conducir. Todo se veía borroso y sin definición; en una ocasión dañé la pared de una casa y tuve que reparar mi automóvil. Cuando bajaba las escaleras de mi casa, temía pisar en el lugar incorrecto.

Comencé a orar mientras meditaba en qué pudo haber causado que esto ocurriera. Yo había pensado que estaba bien ver buenas películas, pero comencé a disfrutar mucho de la televisión y las películas. Yo había dejado de vivir de acuerdo a la Palabra. Entonces me arrepentí y rocié el agua dulce de Muan sobre mis ojos. Oraba de manera ferviente pidiendo sanidad.

El 16 de diciembre, después de la vigilia entera del viernes, estaba a punto de saludar al Pastor Principal. Entonces recibí la certeza de que sería sanado si mis ojos tan solo rozaban su mano. Yo sostuve su mano y toqué mis ojos ligeramente con ella. Él dijo: «¡Que venga la luz!».

De inmediato mi ojo derecho volvió a la normalidad. Por otro lado, mi ojo izquierdo todavía tenía visión doble. Hice el esfuerzo por descubrir aquello de lo que no me había arrepentido, y luego, la descubrirlo, me arrepentí. El 25 de diciembre recibí nuevamente la oración del Pastor Principal, y esta vez fui sanado por completo. Mi ojo izquierdo comenzó a mejorar poco a poco. A principios de enero de 2017, mis dos ojos habían vuelto a la normalidad.

Además dejé de padecer de hipermetropía, y la visión de mis ojos mejoró. Doy todas las gracias y gloria a Dios quien me ha sanado.