Hermana Tara Singh (28 años), Iglesia Manmin de Delhi (India)

En abril del 2017, mi cuerpo presentaba síntomas anormales. Yo sentí dolor por todo el cuerpo y tenía problemas para dormir debido a un fuerte dolor de cabeza y una sensación de picazón. Me debilité y pasé todo el día en la cama. A medida que los síntomas empeoron con el tiempo, ni siquiera lograba comer en absoluto.

Me diagnosticaron con la cuarta etapa de malignidad hematológica. El médico dijo que no garantizaba la recuperación completa ni siquiera después de la cirugía debido a que las células cancerosas ya se habían diseminado por todo el cuerpo. Peor aún, me habían dicho que, sin la cirugía, me podía morir en cualquier momento.

En ese momento de desesperación, algo vino a mi mente. Dos meses antes de que todo comenzara, me habían invitado a la Iglesia Manmin de Delhi. Había escuchado muchos testimonios de aquellos que han sido sanados de enfermedades gracias a la oración del Pastor Principal, el Dr. Jaerock Lee.

Comencé a orar en la reunión de oración de Daniel en GCN. Me arrepentí de mi vida pasada y oré fervientemente. Yo recibí la oración pregrabada del Pastor Principal, tres veces al día, y escuché su sermón titulado El mensaje de la cruz. A menudo recibía por parte del Pastor John Kim la oración del pañuelo sobre el cual había orado el Dr. Lee (Hechos 19:11-12). Después de esto me sentí mucho mejor y recibí fuerza sobre mi cuerpo.

Entonces, escuché que el retiro de verano Manmin del 2017 se celebraría en agosto. Me preparé para recibir la sanidad completa. Ofrecí ayuno y oración. El 7 de agosto, me uní al primer día de la celebración del retiro a través de GCN. Luego de recibir la oración del Pastor Principal, algo sorprendente ocurrió. Justo después de la oración, yo recibí el fuego del Espíritu Santo. A medida que mi cuerpo se tornaba caliente, yo transpiraba mucho. A continuación, todos los síntomas del cáncer fueron desapareciendo.

Diez días más tarde, me sometí a un chequeo médico. El médico dijo con asombro: «¡Las células cancerosas han desaparecido!». ¡Doy gracias y gloria a Dios que me sanó!