«Mis ojos estaban en peligro de volverse totalmente ciegos, pero volví a la normalidad gracias al fuego del Espíritu»
Hermana Azucena Cuevas (85 años), Iglesia de hogar, Argentina
Yo solía tener mal la vista y no podía vivir sin antojos. Sin ellos, todo parecían borroso, y no podía ni siquiera distinguir los colores. Mis ojos se sintieron adoloridos incluso en una ligera brisa. Era realmente incómodo.
A principios de enero del 2018, fui a ver a un oftalmólogo y encontré que mi condición ocular era peor de lo que yo había pensado. El médico me dijo que mi ojo izquierdo había estado fallando y que estaba infectado con un virus, así que estaba dañando mi córnea. Me dijeron sobre el peligro de volverme totalmente ciego.
El 7 de enero, escuché el mensaje del Pastor Principal durante el servicio dominical vespertino. Se trataba del Señor nuestro Sanador de su serie de sermones El mensaje de la cruz. El mensaje tocó mi corazón. Yo me arrepentí de haber confiado en los métodos mundanos, aunque Dios es verdaderamente omnipotente y nada es imposible para Él. Después del sermón, recibí la oración del Pastor Principal por los enfermos. Entonces recibí la fe para la sanación por su poderosa oración.
Yo puse mis manos sobre mis ojos y recibí la oración con sinceridad. Justo ese momento, pude experimentar algo sorprendente. De repente, un gran fuego salió de la pantalla y cubrió mis ojos y mis manos. Yo regresé a casa después del servicio. Me sorprendí de nuevo porque mi patio delantero se veía tan claro, y las cosas parecían claras en la casa, aunque no había encendido la luz.
A la mañana siguiente fui a un chequeo regular de mis ojos. Las letras en el gráfico eran tan claras que pude leerlas bien. El médico estaba sorprendido y dijo: «No sé lo que pasó. Su ojo izquierdo está casi normal. Y la visión de su ojo derecho ha mejorado. Sus ojos están dentro de los rangos normales». Yo tengo más de ochenta años, pero puedo ver las cosas incluso muy lejos con claridad. Ya no necesito anteojos.
Le doy gracias a Dios quien hizo este sorprendente milagro que transciende el tiempo y el espacio. Hago extensivo mi agradecimiento al Pastor Principal que oró por mí.
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