“¡Estoy feliz de haber podido correr en el amor del Señor!”
El hermano Junghoon Yim, de 26 años, Misión de adultos jóvenes, Iglesia Central Manmin
Antes del Retiro de Verano de 2018 de Manmin, me pidieron que corriera en la carrera de relevos en el Encuentro Atlético. Pienso que fue una buena oportunidad para glorificar a Dios pero no fue fácil para mi practicar ya que tenía que hacerlo en el lugar de trabajo después de las horas extraordinarias del trabajo. Estuve pensando en darme por vencido a la mitad, pero no lo hice porque quería ser la fuente de fortaleza para el pastor.
El 4 de agosto, sentí dolor en mi muslo izquierdo mientras jugaba fútbol soccer y me empeoré más y más. Para mí era difícil levantar mi pierna y caminar.
En el primer día del retiro el 6 de agosto, la pastora Soojin Lee predicó el mensaje bajo el título de “El mundo espiritual” basado en Juan 4:24. Me fue dada la fe para ser sanado y la paz en mi corazón también. Después de este mensaje, ella oró a Dios por los enfermos con el pañuelo sobre el cual había orado el pastor principal, Dr. Jaerock Lee, y sentí que los músculos de mi muslo izquierdo se movían. Me convencí que estaba sanado.
Después de la oración, traté de mover mi pierna y me di cuenta que no tenía dolor en lo absoluto. Estaba completamente sanado. Por supuesto, corrí en la carrera de relevos en el Encuentro Atlético el siguiente día y gané la medalla de oro.
También fui sanado de neumonía en el primer retiro en que participé después me registré como un miembro de Manmin en 2006. Había tenido la enfermedad que iba y venía desde que tenía cuatro meses de edad. Ya que no me curaba, constantemente iba al hospital. Cuando asistí al retiro, me sentí mareado, tenía fiebre, no podía comer y tenía dificultades para respirar incluso antes del seminario del primer día. Sin embargo, cuando recibí la oración del pastor principal por los enfermos, fui sanado completamente de la neumonía que me había ocasionado tanto dolor por 13 años.
Estoy tan agradecido con Dios por darme buena salud, de modo que ya puedo incluso correr. Le doy todas las gracias y la gloria a Dios, quien me sanó y me dio fe. Extiendo mi gratitud al Señor, quien me limpió de mi pecado y me salvó. También quiero expresar mi gratitud al pastor principal, quien me permitió conocer a Dios y al Señor y vivir una vida valiosa con esperanza por la Nueva Jerusalén.
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