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| Noticias Manmin   No. 150 | HIT 7862 | DATE 2013-10-13
 
“La justicia, la misericordia y la fe”



P En Mateo 23:23, Jesús advierte con dureza, diciendo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello”. En el tiempo de Jesús, los líderes religiosos de los judíos guardaban la ley de modo muy estricto, pero fueron reprendidos y advertidos por Jesús. ¿Cuál es el significado de los términos ‘justicia’, ‘misericordia’ y ‘fe’?



R Los escribas y fariseos no solo guardaron la ley, sino también las tradiciones de los ancianos, de manera muy estricta y también estudiaban la ley y la enseñaban al pueblo. Guardaban la ley de modo tan estricto que en el caso de los diezmos ellos incluso contaban las hojas y tallos de pequeños vegetales. No obstante, querían presumir de guardar los mandamientos de Dios tan bien, en lugar de guardarlos con amor a Dios, por eso estudiaban la ley y la guardaban de modo literal, pero se olvidaban de la justicia, la misericordia y la fe, que forman el espíritu fundamental de la ley.
En Mateo 23, Jesús reprendió severamente a los escribas y fariseos, por siete veces, diciendo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!” Él señaló abiertamente la codicia, el libertinaje y el desenfreno de ellos escondido en su hipocresía, y los reprimió por ello. Además los comparó con los ‘ciegos que guían ciegos’, con ‘generación de víboras’ o con ‘sepulcros blanqueados’; los reprendió estrictamente con el corazón de Dios y los llamó al arrepentimiento. No obstante, ellos no se arrepintieron, sino que, al contrario, se levantaron en contra de Jesús, y por ende fueron por el camino de destrucción porque no comprendieron el corazón de Dios al darles la ley.



Justicia: ir tras aquello que es correcto

En este mundo hay estándares para discernir entre lo bueno y lo malo, tales como la moral y los estándares sociales. Algunas personas escogen siempre el lado que es correcto de acuerdo a estos estándares. No obstante, los hijos de Dios escogerán lo correcto de acuerdo a la ley de Dios y los estándares de justicia, lo que se debe a que a veces los estándares del mundo no están en acuerdo con los de Dios.
Los fariseos y escribas eran muy rectos en lo externo, de acuerdo a los estándares de la ley. En sus obras, guardaban los mandamientos de Dios de manera muy estricta, pero en su interior siempre pensaban en cómo recibir reconocimiento y respeto de parte de la gente. Eran muy hipócritas porque solamente se esforzaban por parecer rectos ante la gente.
Es decir, su corazón estaba lleno de injusticia. Además, cuando ayunaban retorcían sus rostros para que los demás lo sepan; por fuera parecían estar meditando en la Palabra de Dios, orando y ayunando, pero en su corazón no tenían la rectitud que es la voluntad para ir tras lo correcto.
Los que practican la rectitud ante Dios tienen las mismas obras independientemente de las situaciones o circunstancias. Ya sea que los demás los vean o no, sea que estén en cargos altos o no, o si les fuere de beneficio o daño para ellos al momento, simplemente siguen lo correcto de acuerdo a la Palabra. Esto se debe a que siempre están conscientes de Dios, y no de los hombres. De este modo pueden actuar con corazón justo ante toda circunstancia, y agradan a Dios.


Misericordia: amor y generosidad

En Juan 8, los escribas y fariseos llevaron una mujer ante Jesús para acusarla. En Juan 8:4-5 dice: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?”
De acuerdo a la ley del Antiguo Testamento, lo correcto era apedrearla. No obstante, en sus corazones solamente había la astucia para poner a prueba a Jesús y la condenación para censurarla. Ellos no tenían ni un rastro de misericordia o compasión de Dios hacia los pecadores.
Jesús lamentó que los fariseos y escribas no tuvieran tal amor y generosidad. Dios anhela salvar hasta la última alma. Si nosotros poseemos algún rastro de este amor de Dios, tendremos misericordia de aquellas almas. En Santiago 2:13 dice: “...y la misericordia triunfa sobre el juicio”. Según la ley, los pecadores son sentenciados a muerte. Por otro lado, nuestro Dios perdonó nuestros pecados al sacrificar a Su único Hijo, Jesús, y nos mostró misericordia y amor que sobrepasan la justicia.
Si completamente cultivamos la misericordia en nuestro corazón, guardaremos la ley de Dios y solamente mostraremos bondad a nuestro prójimo. Es más, cumpliremos con las tareas básicas del hombre en nuestras vidas, daremos amor, seremos generosos y emanaremos la fragancia de Cristo.


Fe: nuestra fe en Dios

En Hebreos 11:6 leemos: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Al guardar los mandamientos de Dios, primero debemos creer que Él está vivo y debemos creer que Dios nos recompensa cuando guardamos Sus mandamientos.
Los fariseos y escribas pensaron que creían en Dios, pero en realidad no lo hacían; guardaban los mandamientos, pero solo tenían el servicio externo para ser reconocido por los demás. Es decir, no reconocían a Dios quien buscaba la profundidad de sus corazones. Si ellos en verdad hubieran creído en Dios con el corazón, entonces habrían confiado en Él quien recompensa las buenas obras, y habrían practicado la justicia con esperanza.
Dios otorga las mejores moradas celestiales a aquellos que se apropian de ellas con violencia (Mateo 11:12). Cuando aprendemos la Palabra de Dios y oramos, debemos levantar nuestra mirada hacia Él y creer que Él nos recompensará. Entonces podremos ahuyentar el pecado y obrar fielmente con gozo. Esto será así porque sabremos que nuestro lugar se está construyendo en la mejor morada y que hay más recompensas que se están almacenando.
Cuando guardamos los mandamientos con esta fe y gozo, podemos disfrutar de bendiciones, tanto en lo espiritual como en lo material, y llevar una vida bendecida en la que nada es imposible.


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