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| Noticias Manmin   No. 92 | HIT 8923 | DATE 2011-04-10
 
[Especiales] ¿Está siendo cuidadoso con las palabras que salen de sus labios?



Existen palabras que son permitidas que las digamos y hay aquellas que nunca tendrían que ser pronunciadas. Debemos hablar palabras apropiadas para la situación y el receptor. Podemos leer en Proverbios 10:19 lo siguiente: "En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente". Incluso las palabras buenas que son muy habladas y dichas sin restricción quizás no den gracia al receptor. También, las palabras que quizás sean dichas con una buena intensión pueden ser confundidas y mal interpretadas por los demás.

Nuestro Señor Jesús dijo en Mateo 15:18: "Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre" y Mateo 12:35 dice: "El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas". En consecuencia, a pesar de que no haya cometido pecado con sus acciones, cuando no es cauteloso con sus palabras, encontrará que las bendiciones y respuestas de parte de Dios se demoran.

Tal como nos advierte la primera parte de Proverbios 13:2 que dice: "Del fruto de su boca el hombre comerá el bien", siempre debe examinar sus palabras y poner guarda a su labios para que pueda recibir lo que le haya pedido a Dios.


¡No se permiten palabras ociosas!

En Mateo 12:36 Jesús nos enseña: "Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio". Es cierto que podemos ser perdonados de nuestros pecados cuando nos arrepentimos y nos apartamos de ellos, pero el problema es que muchas personas se olvidan de las palabras ociosas que han dicho.

Las mentiras no solo son ociosas, sino que también son perjudiciales, tanto para usted como para el resto. Si otra persona acepta sus mentira como la verdad, puede ser que sufra pérdidas en sus finanzas y en su fe. La mentira en sí es pecado a los ojos de Dios; en cualquiera que sea la circunstancia no debe decir ni siquiera una pequeña mentira ni tampoco encubrir cosas insignificantes.

Quizás de respuestas incorrectas por varias razones: porque esta diciendo una mentira, porque le atribuye a otra persona la culpa o por presentar una excusa. Si usted tiene un corazón veraz, sin atributos de engaño, no dirá respuestas falsas a ninguna pregunta. Muchas personas dan respuestas incorrectas debido a que no escuchan cuidadosamente a las personas, sino que al contrario piensan en ellos mismos. Sin embargo, puede evitar dar respuestas incorrectas solo si escucha cuidadosamente a las demás personas.

Las conversaciones necias y las bromas groseras nunca serán apropiadas para un hijo de Dios. No es apropiado si usted exagera la realidad y dice palabras absurdas que no tienen sentido. Si constantemente está diciendo chistes, se verá como una persona imprudente y no confiable. Aquellas personas que sean sus líderes no podrán compartir secretos con usted y tendrán dudas al encomendarles responsabilidades serias. Efesios 5:4 alerta a los hijos de Dios diciendo: "Ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias".

El vocabulario que está de moda es un reflejo de las tendencias mundanas. Por lo tanto, si usted habla usando ese vocabulario llegará a impregnarse con las tendencias mundanas. Aunque las palabras del mundo no tengan maldad en su significado, no encajan con los hijos de Dios que anhelan entrar a la Nueva Jerusalén. Debe mantener presente el hecho de abstenerse de las discusiones y conversaciones del mundo dentro y fuera del área del templo de Dios.


Palabras que traen gracia

Aquellas palabras que traen gracia y edifican a las personas que las escuchan son apropiadas para los hijos de Dios. Incluyen las palabras que son dignas de glorificar a Dios, sembrar fe en la vida de los demás y dar vida a quien las escucha. Por esta razón, cualquiera que sea la situación, usted debe poner como regla el examinar si sus palabras son, o no, de beneficio para los demás y para usted mismo.


¡No diga palabras que excedan sus límites!

Una persona humilde no dice palabras que van más allá de su posición. Mantiene su posición y actúa dentro de los límites de dicha posición. Por el contrario, una persona arrogante tiende a hablar palabras que van más allá de las que corresponden a los límites de su posición.

Por ejemplo: aquellas palabras de juicio y condenación hacía las demás personas, así como el chisme y las calumnias, corresponden a esta categoría. Es lo mismo que convertirse en un juez, aunque solo Dios es el Juez (Santiago 4:11-12). Si alguien juzga y condena a un siervo de Dios, el cual está acompañado por la presencia y la confirmación de Dios, es como si esta persona estuviera en contra de Dios mismo; a esto se lo considera como un pecado grave.

También las palabras de quejas, rezongo y protesta entran dentro de esta categoría. Los hijos de Dios han sido liberados del camino que lleva al fuego que nunca se apaga en el Infierno, y están siendo guiados al camino que lleva al Cielo por medio de la gracia del Señor Jesucristo. Es por esta razón que, si ellos hablan palabras de rezongo o queja en contra de los demás en situaciones difíciles, se lo considera como olvidarse de la gracia de la salvación. Una persona sabia que conoce cuál es su posición puede dar gracias en cualquier circunstancia.

Esto se aplica a cumplir con la obra de Dios. Una persona humilde que conoce cuál es su lugar, solo estará agradecida y obedecerá sin importar qué tipo de responsabilidad se le haya asignado. Se sentirá agradecida por el hecho de poder trabajar para la obra de Dios. Si usted se queja y piensa por qué debería hacer ese tipo de trabajo, significa que ya ha sobrepasado su posición.


¡Diga solo palabras positivas y confesiones de fe!

En Proverbios 18:21 leemos: "La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos". Debe evitar decir palabras negativas en su diario vivir, en vez de eso, póngase la regla de decir palabras positivas y hacer confesiones de fe. Las palabras negativas tienen influencias negativas en los oyentes porque hacen que el estado de ánimo se entristezca y distraen el entusiasmo de la gente. Por otro lado, las palabras positivas crean una atmósfera fresca y viva, alientan a las personas a realizar su trabajo con confianza y nuevamente las animan.

El joven David, al pelear contra Goliat, no vio la realidad con sus ojos carnales ni habló palabras negativas. Puso su mirada solo en el Dios Todopoderoso y caminó hacia su lugar de pelea haciendo una confesión de fe que podemos encontrar en 1 Samuel 17:45-47. Como resultado de esto, el venció a Goliat causando que este caiga al suelo con una piedra lisa.

Cuando los israelitas llegaron a la entrada de la tierra de Canaán, diez de los doce espías que habían sido enviados para explorar la tierra antes de la conquista, le dijeron a las personas cosas negativas acerca del lugar y las personas se desanimaron (Números 13:31-33). Las palabras negativas desaniman a aquellas personas que tienen poca fe y les hace caer en tentaciones. Por esta razón, cuando sienta hablar palabras negativas, debe refrenar su lengua y esforzarse por hacer una confesión de fe todo el tiempo. Así, su corazón y las situaciones cambiarán por su fe.


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